Entorno

Los cinco retos de los CEOs en 2025

Inteligencia Artificial, menos capacidad de crecimiento y motivación de los empleados pero más ruido e incertidumbre son los retos principales que los primeros ejecutivos de las empresas afrontan, según un informe de Korn Ferry.

Los cinco retos de los CEOs en 2025
Los cinco retos de los CEOs en 2025

Júlia Ponsa

30 ene 2025 - 05:00

Una depresión mundial, la irrupción de nuevas tecnologías sorprendentes a la vez que amenazadoras, la globalización y la integración de Internet en la vida empresarial. Estas son tan solo algunas de las situaciones a las que los primeros ejecutivos se han enfrentado desde que se acuñó el término de Ceo en 1917. Si bien la presión siempre ha sido intrínseca a tener la máxima responsabilidad en el seno de una empresa, la principal diferencia de hoy en día radica en la inexistencia de un manual para afrontar la mayoría de los retos y el enfrentamiento a nuevas presiones, tanto por cantidad como por calidad. Un estudio de la consultora revela, de hecho, que el 71% de los directores generales de EEUU confiesan padecer el ‘síndrome del impostor’, según Korn Ferry. 

 

En un escenario incierto, la rotación de directivos a máximos en 2024. En 2023 la rotación de consejeros delegados en las mayores empresas del mundo fue sólo ligeramente inferior al nivel récord de cambios de 2022. El pasado año la rotación siguió cerca del ritmo récord de 2022, con la diferencia de que gran parte de ella no había sido voluntaria. De los 191 directivos de empresas del índice Russell 3000 que se marcharon en 2024, el 40% fueron despedidos o forzados a abandonar el cargo, según datos recopilados por el investigador independiente Exechange. Esta es la cifra más alta desde que la empresa empezó a hacer seguimiento de las salidas de consejeros delegados durante la década pasada.

 

Si bien no existe varita ni fórmula mágica para hacer frente a los desafíos que se plantean actualmente, identificar los retos principales a los que se enfrentan los primeros ejecutivos es clave para poder surfear el entorno. ¿Cuáles son, según Korn Ferry, los cinco retos de los CEO's en 2025? 

 

IA: quien llega último no siempre ríe mejor

¿Invertir en IA sin creer en ella o esperar pero correr el riesgo de no comprometerse con una nueva tecnología valiosa o adoptarla demasiado tarde? Si bien incertidumbre e inteligencia artificial van, por ahora, de la mano, lo que está claro es que ha venido para quedarse. Según una encuesta de Korn Ferry, el 82% de los líderes empresariales afirman que la IA afectará profundamente a sus negocios, pero aún no saben cómo.

 

Lo que sí ya se sabe es que es caro adoptar e implementar herramientas de inteligencia artificial, por lo que el cálculo del coste de oportunidad es clave. En esta dirección, según recoge la firma global de consultoría organizacional, en primer lugar hay que saber qué se quiere conseguir con la IA y obtener respuestas a cuestiones como las implicaciones éticas, los retos y oportunidades o la manera de distribuir el poder de la IA entre los empleados, entre otras. 

 

En segundo lugar, la consultora señala la experimentación como una buena vía para aprender y mejorar, además de recomendar como pieza clave el hecho de ayudar a los empleados a la hora de adaptarse a la IA. Una ayuda que pasa por formarlos y fomentar una cultura en la que la IA capacite a los empleados y desarrolle estrategias para integrar la tecnología sin dejar de fomentar los puntos fuertes de las plantillas. 

 

Crecer no es misión imposible

Fuera de unos pocos nichos tecnológicos y sanitarios, los gráficos de crecimiento corporativo son cada vez menos impresionantes, y de hecho, según constata el estudio, de 2019 a 2023. Las empresas del S&P 500 aumentaron sus ingresos una media del 6,9% anual. En 2024, esta cifra fue más de un tercio inferior, sólo un 4%, siendo el crecimiento anual de ingresos más bajo de cualquier año del siglo XXI que no haya tenido recesión. 

 

Las empresas son conscientes de que cada vez es más difícil crecer. Prueba de ello es que el número de empresas medianas y grandes que han contratado a un director de crecimiento ha aumentado casi un 700% en la última década, según la empresa de investigación Telemetry. Pero un ejecutivo dedicado no es suficiente para que una empresa crezca de forma constante.

Según recoge el estudio, saber qué aptitudes se requieren para hacer crecer el negocio y ascender a las personas que los tienen, así como atraer y retener a grandes mandos intermedios y ejecutivos es una vía para crecer. Crear una cultura que unifique innovación y experimentación, focalizarse en desarrollar, además de ir detrás de mercados desatendidos, en lugar de mercados consolidados, de bajo crecimiento y muy competitivos son también aspectos que pueden encaminar a los directivos a cambiar la cultura de sus empresas para fomentar una mayor tolerancia al riesgo. 

 

Empleados desmotivados

Los empleados no están motivados a quedarse porque no tienen nada que perder y crear intereses personales en la empresa e incentivar la participación personal es una buena forma de motivar a los empleados. Una motivación que puede venir por dar mejores beneficios, más flexibilidad, y no sólo por un aumento del salario. 

 

Además, con cada vez más Linkedin influencers que critican abiertamente las decisiones de directores generales, la comunicación entre CEO y empleado es fundamental. En consecuencia, escuchar el feedback de los empleados tanto de aspectos relacionados con el negocio como de su vida para luego actuar en consecuencia se visulmbra como a una via potente y necesaria. En este sentido, el estudio señala la autenticidad como una capacidad imprescindible a trabajar e incorporar para todos los CEOs, puesto que ser real, transparente y auténtico con los empleados creará confianza.

 

Anticipación a los activistas

Uno de los retos actuales para los primeros ejecutivos es el aumento de campañas activistas,que independientemente de si son bien intencionadas o no, pueden suponer una distracción para el equipo ejecutivo de una empresa, además de causar un importante coste tanto de tiempo como de dinero. Asimismo, según recoge el estudio, estas campañas cuentan con cada vez más profesionalización y acciones que antes pasaban desapercibidas para la mayoría de las partes interesadas ahora salen a la luz pública. 

 

En 2023, el número de estas campañas se disparó hasta 1.162, el triple que el año anterior, y alcanzaron un máximo de cinco años en el primer semestre de 2024. Además, concretamente en Estados Unidos los activistas adoptan cada vez más un papel más agresivo debido a un reciente cambio de normas por parte de los reguladores de valores del país, lo que les facilita conseguir puestos en los consejos de administración.

 

Ante la situación, el informe recoge algunas de las claves que pueden resultar útiles. Reforzar el liderazgo es imprescindible para poder gestionar de forma óptima los conflictos, promover la conciliación y crear y consolidar redes. Asimismo, identificar las áreas de riesgo de la empresa y prestar atención a los ahorros de costos, incluso en épocas de bonanza, es un aspecto que puede ayudar a ponerse en la piel de los activistas y estar preparado. Finalmente, pero no menos importante, la transparencia vuelve a alzarse como una cualidad fundamental, y que debe basarse en prever las ganancias de la empresa y explicar las estrategias de forma clara. 

 

Incertidumbre en máximos

Las predicciones auguraban una depresión mundial, desplome de los mercados bursátiles o un descontrol general de la inflación. Pero todo eso parece estar controlado. No obstante, factores como la desaceleración económica en China, las elecciones en EE.UU., las grandes catástrofes naturales en Europa del Este y Asia, o los cambios en las políticas comerciales, además de las grandes oscilaciones en los mercados mundiales de acciones y bonos, han afectado y siguen afectando a las empresas. 

 

Según el Índice de Incertidumbre Mundial del FMI, el mundo es aproximadamente un 50% más incierto que a principios del siglo XXI. Para prepararse ante algo que podría o no suceder, el estudio pone de relieve que si los primeros ejecutivos trabajan la agilidad, que les permitirá responder con rapidez, audiencia y planear escenarios futuros, también actuará en favor de los empleados, puesto que  desarrollarán la capacidad de trasladar a las personas a donde más se las necesita, brindando recursos y apoyo para promover el bienestar de los empleados.