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Pepe Serna (CIE): “El peso del sector no va a más, pero tampoco vamos a menos”

La renovación del convenio textil pactada la semana pasada ha supuesto el mayor cambio en la estructura de grupos profesionales de la industria, que pasará a organizarse en siete grupos profesionales con un salario único cada uno.

Pepe Serna (CIE): “El peso del sector no va a más, pero tampoco vamos a menos”
Pepe Serna (CIE): “El peso del sector no va a más, pero tampoco vamos a menos”
Pepe Serna, presidente del Consejo Intertextil Español (CIE) y Ateval.

Celia Oliveras Castillo

30 ene 2025 - 05:00

A pocos días de que los trabajadores de la industria textil iniciaran un periodo de huelga el 28 de enero, el sector ha firmado el nuevo convenio para los próximos años. A un lado, la patronal, liderada por Albert Núñez i Quadrat como asesor jurídico, pero con la presencia de siete organizaciones empresariales diferentes, entre ellas, el Consejo Intertextil Español (CIE), presidido por Pepe Serna. Al otro, los principales sindicatos, con Vicente Canet, responsable de negociación colectiva de Industria en CCOO, al frente. Un incremento salarial base de un 3,3%, la unificación de los grupos profesionales a sólo siete, con un salario único para cada uno o la implementación de un Salario Mínimo Garantizado (SMG), son algunos de los puntos que han marcado las negociaciones, en las que también ha destacado la unidad de la patronal.

 

 

 

Preguntas ¿Qué implica la firma de un preacuerdo del nuevo convenio de la industria textil para el sector?

Respuesta: Es un antes y un después. Con este nuevo convenio vamos a hacer una transición progresiva a un nuevo sistema en la industria. Este acuerdo marca las nuevas condiciones básicas que regirán el sector en 2024, 2025 y 2026 después de doce meses de negociaciones muy intensas. Partíamos de posiciones muy diferentes y desde un punto en el que la representación sindical empezó con una plataforma de demandas muy ambiciosa, como era la unificación de tablas de los diez subsectores de los anexos en uno solo. Esto hubiese generado un incremento de costes que no podíamos asumir, era una propuesta de rotura para los que llevamos negociando estos últimos 27 años.

 

 

P.: ¿Qué hubiera supuesto una huelga de la industria textil para un sector que lleva años sufriendo la desindustrialización?

R.: Ya hemos vivido huelgas en otras ocasiones, pero lo que está claro es que nosotros nunca nos hemos levantado de la negociación y hemos estado negociando y buscando soluciones que garantizaran tanto el funcionamiento de las empresas como la evolución del propio sector. No debemos olvidar que la moda en España tiene márgenes muy limitados y unas condiciones de competición muy duras, por lo que cada ajuste se tiene mirar con lupa para poder llevarlo a cabo sin crear un sistema insostenible para muchas empresas.

 

 

P.: El gran choque entre patronal y sindicatos ha pasado por la unificación de tablas sectoriales, ¿por qué es tan relevante para ambos?

R.: Desde nuestra parte, porque el sector no lo podía asumir. Ningún convenio ha supuesto nunca un incremento tan alto como el que hubiera supuesto la unificación. Hemos pactado alzas asumibles, de un 3,3% cada año de manera generalizada, más diferentes ajustes extra que rondan un 2%. Por su parte, supongo que la propuesta venía de su voluntad de modernizar el sector y que los trabajadores consiguieran mejoras salariales importantes, algo en lo que estamos de acuerdo, pero debíamos tener en cuenta las posibilidades de absorber ese aumento de gastos porque si no, las empresas no pueden seguir funcionando.

 

 

 

 

P.: El primer convenio del textil se firmó hace 40 años, ¿qué ha cambiado tanto en el sector?

R.: Yo entonces todavía no estaba trabajando en el sector… pero mucho. Entre los años 70 y 80 la industria vivió una época muy complicada, con la liberación del comercio, a la vez que la transición democrática y la crisis del petróleo, lo que llevó a un plan de reestructuración del sector textil. Más tarde llegó el ingreso en el mercado común único de la Unión Europea, seguida muy de cerca de la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), con toda su avalancha de productos que inundaron el mercado. Y después la gran depresión claro, la crisis entre 2008 y 2014, y la crisis del Covid-19. En las últimas décadas, imagínese, la industria ha perdido el 30% de las empresas y hasta el 50% de sus trabajadores. Pero nos hemos mantenido, y hemos sabido adaptarnos a las posibilidades de trabajo actuales.

 

 

P.: Históricamente, el textil se ha usado como moneda de cambio en las grandes negociaciones. ¿Es todavía así?

R.: La representación sindical siempre ha sido importante en los convenios textiles. José Vicente Canet, que ha liderado las negociaciones este año, es cierto que es un nuevo líder que aparece y que, a pesar de no tener mucha experiencia en el sector, venía de una vertiente muy reivindicativa y exigente. Pero hemos podido negociar, algo que no siempre hemos tenido claro en todo el proceso. En cuanto al peso del sector, sí que se ha reducido, y aunque ahora no vamos a más, tampoco a menos. Lo importante son los clústeres como Cataluña o Valencia, y trabajar para que estos se sigan manteniendo.

 

 

 

 

P.: ¿Cómo valora la unión entre las patronales que ha marcado este convenio?

R.: Es algo que hemos trabajado incluso antes de empezar a negociar con los sindicatos, porque en otras ocasiones la división de posturas y la lucha han dificultado enormemente estos convenios. Es de agradecer que todos hayamos sabido mirar al conjunto del sistema con mucho respecto y trabajo conjunto… Al final, hemos tenido diez reuniones con los sindicatos, pero a nivel interno han sido muchas más, tanto de carácter político y social, como técnico, en la que nos hemos planteado muchas situaciones y análisis. En este convenio ha habido un trabajo conjunto impresionante que, en otros momentos históricos no se llegó a producir.

 

 

P.: Con la propuesta de los sindicatos, la patronal cifró en entre un 30% y 35% el aumento de los gastos de las empresas en materia laboral. Si se llegara a implantar una jornada laboral de 37,5 horas, ¿cómo afectaría a las empresas?

R.: Es una afectación importante que puede llegar a condicionar la posibilidad de competir. Personalmente siempre apelo a la negociación y a los convenios colectivos, que para eso precisamente contemplan ajustes, pero lo que no tiene sentido es que se apliquen medidas que acaban por aumentar costes sin ningún tipo de contraprestación para las empresas. Estamos en un mundo globalizado, con vecinos como Portugal, donde los salarios son un 35% más baratos que en España, o Marruecos, donde la cifra es todavía mayor, y eso son asuntos que también se deben pensar a la hora de legislar. Uno debe pensar que los productos tienen que salir, pero también en la calidad y las condiciones.