Empresa

Kering reconfigura activos: negocia con Catar una participación en su inmueble de Milán

El grupo francés de lujo sigue reordenando su cartera inmobiliaria para aligerar deuda y reforzar liquidez. La operación, negociada con el Fondo Soberano de Inversión de Catar, está valorada en más de 1.300 millones de euros.

Kering reconfigura activos: negocia con Catar una participación en su inmueble de Milán
Kering reconfigura activos: negocia con Catar una participación en su inmueble de Milán

T.A.

Kering mueve ficha en su estrategia de rotación de activos. El gigante francés del lujo, dueño de marcas como Gucci, Balenciaga y Saint Laurent, se encuentra en conversaciones con Qatar Investment Authority (el Fondo Soberano de Inversión de Catar) para la venta parcial del emblemático edificio que posee en el número 8 de Via Monte Napoleone, en el corazón del exclusivo Quadrilatero della Moda milanés. 

 

La operación, que implicaría la cesión parcial del activo inmobiliario, aún no confirmada por ninguna de las partes, según publica el diario italiano Corriere della SeraKering desembolsó 1.300 millones de euros hace apenas un año para adquirir el inmueble al fondo Blackstone, firmando la adquisición de un palacio más relevante en la historia del país.

 

La posible entrada del fondo catarí en el capital de la sociedad propietaria del edificio se enmarca en un contexto de creciente presión financiera para el grupo dirigido por François-Henri Pinault. En 2024, la deuda neta de Kering escaló por encima de los 10.500 millones de euros, impulsada por costosas adquisiciones recientes como la compra, un año antes, del 30% de Valentino a Mayhoola, también vinculada al entorno catarí, por unos 1.700 millones de euros.

 

Asimismo, el conglomerado francés se encuentra contra las cuerdas a causa de la coyuntura actual. La desaceleración del mercado del lujo ha golpeado con especial dureza a la compañía, en los últimos tiempos. Las ventas de Gucci, su buque insignia, llevan varios trimestres a la baja, lo que ha provocado una pérdida notable la capitalización bursátil del grupo en el último año. Los cambios en las direcciones creativas de las firmas de la empresa, destacando el salto de Demna de Balenciaga a Gucci, por el momento no parecen haber dado seguridad a los mercados, sino más bien todo lo contrario.

 

 

 

 

En respuesta, la compañía ha puesto en marcha una estrategia de monetización de su patrimonio inmobiliario en las principales capitales del lujo mundial. Ya en enero, Kering replicó este enfoque en París mediante la cesión del 60% de tres edificios ubicados en enclaves como Place Vendôme y Avenue Montaigne al fondo Ardiancon un ingreso de 837 millones de euros destinado a reducir deuda.

 

Ahora, la operación milanesa podría seguir un modelo similar, con Kering manteniendo una participación minoritaria en la sociedad propietaria mientras libera liquidez inmediata.

 

Fuentes del sector señalan que el fondo catarí sería un socio estratégico idóneo para Kering por su perfil inversor a largo plazo y su profundo conocimiento del mercado inmobiliario de alto valor, especialmente en Italia, donde ya ha canalizado más de 5.000 millones de euros en activos prime.

 

El edificio de Via Monte Napoleone, considerado el inmueble más caro de Italia por volumen de transacción, acoge enseñas como Prada, Saint Laurent y la histórica pastelería Cova. El espacio está íntegramente arrendado, lo que lo convierte en una fuente de ingresos estable, rentable por alquiler y atractiva para inversores institucionales con vocación patrimonialista.

 

 

 

 

Kering, que no ha hecho comentarios sobre la operación, busca replicar este mismo esquema de coinversión en otros mercados clave como Nueva York, donde también está en fase de exploración de alternativas para parte de su cartera.

 

En el último ejercicio, Kering registró una caída del 12% de sus ventas hasta los 17.194 millones de euros, especialmente lastrado por el desempeño a la baja de en Gucci, la marca líder históricamente por volumen de facturación.

 

La presión sobre la rentabilidad y el crecimiento obliga al conglomerado francés a buscar oxígeno financiero y el mercado inmobiliario de lujo se ha convertido en un salvavidas temporal, pero necesario.