Cómo son y qué hacen las fibras textiles de futuro
16 jul 2012 - 04:47
Las fibras textiles del futuro son activas, ejecutan una función, y son ecológicas. Son fibras antibacterianas, antimoho o anti ácaros; fibras que incorporan efectos saludables, desodorantes o perfumados; fibras que generan o almacenan calor, que protegen de las radiaciones UV o que son conductoras de electricidad. También son fibras del futuro el algodón orgánico, el bambú, la soja, el maíz o las fibras derivadas de la quitina, de la proteína de leche y del alginato, así como las procedentes del reciclaje.
Por primera vez, los fabricantes de fibras tienen en cuenta cuestiones como la mejora de la calidad de vida del consumidor y el respeto al medio ambiente. Así, si hace cuarenta años las innovaciones en las fibras textiles se centraron en una mejora de las funciones (fibras más resistentes, de tacto más suave, etc.), hoy se trabaja en fibras resistentes al fuego, con aditivos funcionales o que mejoren la transpirabilidad.
Esta es una de las conclusiones del estudio “Materias Primas para el Sector Textil/Confección. Opciones de Futuro”, que ha publicado el Observatorio Industrial del Sector Textil/ Confección, en el que se indica que además de añadir innovación, las fibras siempre deberán dar respuesta a necesidades básicas del consumidor tales como el fácil cuidado, el precio y los valores éticos.
Según el estudio, que han elaborado los centros tecnológicos Aitex, Asintec, Cetemmsa y Leitat, los objetivos actuales de los fabricantes son tres. En primer lugar, explotar las capacidades de las fibras que ya se conocen. En segundo lugar, desarrollar nuevas fibras que se adapten a las condiciones del entorno. Y por último, crear “fibras súper-miméticas”, con reacciones similares a las funciones de las personas.
La innovación en fibras textiles se orienta en mejorar las cualidades estéticas, funcionales y de confort de las prendas. De ahí que los productores investiguen en el desarrollo de fibras que mejoren la transpiración; que generen, almacenen y liberen calor; electro conductoras y metálicas con propiedades antiestáticas; en fibras con efectos desodorantes; que mejoren a adaptabilidad de la prenda al cuerpo; que eviten el pilling; que protejan de los rayos UV; que tengan propiedades antibacterianas; que den un tacto y una textura agradable; que generen tejidos más ligeros y de aspecto elegante; que sean resistentes a los ácidos; fibras con propiedades anti-estrés; resistentes al fuego; que liberen fragancias, o que protejan de los insectos.
Hasta finales de siglo XIX, todas las fibras que consumía la industria textil eran naturales: lino, lana, algodón, seda, etc. A principios del siglo XX, se descubren nuevos materiales que fomentan las fibras artificiales, como el rayón, el nylon, el poliéster o el elastómero.
En los último veinte años del siglo XX, se suman las familias de fibras manufacturadas muy resistentes, como la poliamida HT, el poliéster HT y la viscosa HT, entre otras; y la de elevadas prestaciones mecánicas y térmicas, como los diferentes tipos de aramidas, polibenzimidazol (PBI), polieterimidas (PTE), carbono, cerámica, etc. Por último, se manipulan fibras convencionales, como el poliéster o la viscosa, para que aporten nuevas características funcionales.
Hoy en día, para potenciar el confort, la estética, el fácil cuidado, la protección o incluso la sensibilidad ecológica, se dispone de fibras convencionales de extrema finura, como las microfibras o las nanofibras, además de fibras con secciones transversales especiales o fibras compuestas por dos polímeros diferentes.
Actualmente, el algodón es una fibra más y ni tan siquiera ostenta el primer lugar en el ránking de las más utilizadas, que lideran fibras artificiales como el poliéster y el rayón. La tendencia es que el peso de las fibras artificiales aumente, en detrimento del algodón, que a pesar que su precio sigue en descenso tiende a la volatilidad y se mantiene por encima del de las fibras derivadas del petróleo.