Viaje a la historia de Mango: un marinero, un Seat y giros para caer y levantarse
El empresario Isak Andic llegó a España en 1968 con toda su familia procedente de Turquía. De la nada, con gran olfato y mucho trabajo, construyó un gigante de la moda europea presente en más de cien países de todo el mundo.
15 dic 2024 - 00:04
En la historia de la moda española hay nombres que se escriben con mayúsculas. Uno de ellos es el de Mango, una empresa que en 2024 ha cumplido cuarenta años de historia, en los cuales ha impulsado la industria del país y ha abierto fronteras a tantas otras empresas que llegaron por detrás. Isak Andic, fundador de Mango, soñó con llevar su marca a todo el mundo. Y lo consiguió.
Isak Andic, que el sábado falleció a los 71 de edad en un accidente, llegó a España cuando tenía sólo 14 años con toda su familia: su padre, Manuel; su madre, Sol, y su hermano, Nahman. Era febrero de 1968 y venían de Turquía, un país que acababa de vivir un golpe de Estado y los Andic buscaron en Barcelona una vida mejor. Decía Andic que cuando aterrizó en Barcelona, procedente de Roma (donde la familia había hecho una parada intermedia), lo primero que le llamó la atención fueron las palmeras.
En Barcelona, los Andic, que contaban con el activo de hablar ladino (una variedad del español que usan los sefardíes), se rodearon de otras familias judías. Gracias a ese círculo, Isak Andic conocería a personas que le marcarían y le acompañarían el resto de su vida, como el publicista Luis Bassat o Isak Halfon, quien estuvo junto a él en el lanzamiento de Mango.
Isak Andic llegó a España cuando tenía sólo 14 años con toda su familia
En Barcelona, Isak Andic buscó trabajo en una juguetería de la zona alta de la ciudad, pero también continuó sus estudios en el Instituto de Estudios Norteamericanos, el único centro educativo de toda Barcelona que convalidaba lo cursado en Turquía. En aquel centro educativo se rodeó de hijos de americanos expatriados en Barcelona, zambullidos plenamente en la cultura hippie de la época.
Un buen día, un marinero apareció en la puerta del domicilio familiar preguntando por su padre. En aquella época, un barco procedente de Estambul recalaba cada quince días en Barcelona. Aquel marinero quería llevar a Turquía cosas que había en España y, a cambio, él traía otras. La mercancía del marinero no interesó al patriarca de los Andic, pero sí a Isak: eran cuatro blusas bordadas a mano del estilo hippie que veía en clase cada día. Se las quedó y prometió pagarle 250 pesetas por cada una en su próximo viaje.
Isak Andic vendió cada una de aquellas blusas por 500 pesetas a un multimarca de la Via Augusta de Barcelona y, con aquel dinero, pagó al marinero, al que siguió comprando mercancía cada quince días, que después vendía, con una maleta, en tiendas de toda la ciudad, tan históricas como Gonzalo Comella o Conti.
El empresario abrió su primera tienda en los setenta. Lo hizo en el Mercadillo de Balmes, una suerte de market londinense que olía a pachuli. Hacía dos años que había comenzado a importar ropa de Turquía, que le servía para llenar el espacio de 20 metros cuadrados que alquiló en el establecimiento de la calle Balmes de Barcelona, que él mismo amuebló con enseres que obtuvo entre los Encantes y Servei Estació.
Los orígenes de Mango hay buscarlos en el Mercadillo de Balmes, una suerte de market londinense que abrió en Barcelona en los setenta
Poco a poco, Andic fue ampliando la oferta de su local consiguiendo las prendas del momento, como pantalones de la marca Stock (de Platja d’Aro), jerséis de lana de ochos o zuecos. El calzado de moda lo compraba de un proveedor de Holanda, que un verano le trajo un pedido demasiado grande y le obligó a alquilar su primer almacén.
A la primera tienda le seguiría otra en la primera planta y una tercera en el tercer piso del Mercadillo de Balmes. Las tiendas, llamadas Isak I, Isak II e Isak III, estaban regentadas directamente por Andic, aunque con el apoyo de su hermano Nahman y de Isak Halfon, su amigo de la adolescencia. Más tarde abriría otra tienda en Portaferrissa de Barcelona (en una galería denominada El Camillo), otra en el número 72 de Portal de l’Àngel (que se llamarían Roxi y Palmera) y otra en las Ramblas. Esta última (que se llamó Tejanos Isak) la llenó de discos de la música del momento y de las marcas estadounidenses de vaqueros más buscadas (que se llamó Tejanos Isak).
Tras comprarse su primer coche, un Seat 850 amarillo, Andic comenzó a vender por toda España. Vendía marcas de terceros, fundamentalmente Stock, además de prendas que compraba, siguiendo su olfato comercial, a proveedores de Mataró, Sabadell o Igualada. Para vender necesitaba un nombre: en un viaje a Filipinas probó por primera vez el mango, una fruta con nombre fácil de pronunciar e internacional que terminaría marcando su trayectoria.
De los alrededores de Barcelona, Andic saltó en los ochenta a París, donde viajaba para traer las tendencias que luego daba a talleres para que produjera sus prendas, dando lugar a las primeras colecciones coordinadas que vendía al por mayor. El crecimiento de la empresa hizo necesaria la apertura de las primeras oficinas, ubicadas en la calle Bruc, primero, y en la calle Girona, después, que incluían tienda, oficina y almacén.
Y llegó Paseo de Gracia. En 1984, a Isak Andic le cayó sobre la mesa, a través de un contacto, la oportunidad de abrir en el número 65 de la hoy disputada calle de Barcelona. Aquella fue la primera tienda que incorporó el rótulo Mango en su fachada. Con un primer pie en la distribución minorista y una marca que sonaba bien en todos los idiomas, Isak Andic se dejó cautivar por Benetton: en sus viajes a Milán vio cómo la marca italiana estaba en cada esquina, con un modelo basado en franquicias que replicaban un mismo interiorismo.
Mientras iba desarrollando su red de tiendas, Isak Andic construyó lo que él denominaba el corazón de la empresa: su centro de diseño. Para dejar de depender de proveedores, reclutó a un equipo de expertos en producto y abrió unas instalaciones en Sabadell, donde se diseñaba, se compraban los tejidos, se cortaba y se buscaban talles de confección externos. Aquel taller de Sabadell fue el antecesor de El Hangar Design Centre, el gran centro de diseño que Mango posee hoy en Palau-solità i Plegamans.
Gracias a un diseño diferenciado y a una incipiente inversión en márketing, la empresa fue abriéndose camino. La imagen y la comunicación ha sido, desde sus orígenes, una de las claves de la diferenciación de Mango, primero con eslogans (como Chica mona, chica Mango, ideado por Luis Bassat) que acompañaban a sus fotografías y, a partir de finales de los ochenta, con la vinculación con modelos de la talla de Claudia Schiffer o Naomi Campell.
En los noventa (con la imagen internacional que proyectó Barcelona gracias a los Juegos Olímpicos), Isak Andic empezó a forjar una idea: tener una tienda Mango en todas las ciudades del mundo. La dos primeras tiendas internacionales de Mango llegaron en 1992 en Coimbra, Portugal. Después llegaría Francia, de la mano de un socio, así como diferentes países de Asia, como Corea del Sur, Singapur o Taiwán, también con socios locales. En 1997, el volumen de negocio generado por la empresa en los mercados internacionales superó por primera vez al mercado nacional, convirtiéndose en la empresa de gran vocación internacional que es hoy.
En los 2000, en el momento de máxima expansión por el mundo, Isak Andic seguía la filosofía de sky is the limit
Piedra a piedra y persona a persona, Isak Andic fue haciendo crecer la empresa. Tras las oficinas del centro de Barcelona y del centro de diseño de Sabadell, Mango compró un primer almacén ubicado en Mollet del Vallès, al que siguió la nave de Palau-solità i Plegamans, ocupada antes por Damart y que alberga actualmente su sede. Al poco de ocuparla, en los noventa, la nave ya había quedado pequeña y Mango terminó comprando los terrenos aledaños para ampliarla.
El equipo también fue creciendo. A todos los directivos de los primeros años se sumó en los noventa una persona clave en la historia de Mango y de Isak Andic: Enric Casi, fallecido en 2023. Casi comenzó trabajando para Mango como auditor, pero terminó siendo el director general más longevo de la historia de la empresa. Isak Andic recordaba frecuentemente que Casi le guardó, durante años, la retaguardia, mientras él abría tiendas por todo el mundo.
En los 2000, en el momento de máxima expansión por el mundo, Isak Andic seguía la filosofía de sky is the limit, con tiendas en todo el mundo y diversificación entrando en nuevos segmentos. Pero, entonces, llegó la Gran Recesión. La diversificación geográfica que Mango había tejido durante años no fue suficiente para soportar la crisis financiera internacional y la empresa comenzó una década de giros y más giros que terminaron por disparar sus pérdidas y su endeudamiento.
Mango, que durante años había cultivado su imagen de marca, decidió en 2012 recurrir al precio como herramienta de diferenciación y los rebajó un 20% de manera generalizada. Con la reducción de precios, también se fue parte de la calidad que había diferenciado a Mango.
En 2015 llegó otro giro. La apuesta por los precios se agotó y Mango decidió entonces apostar por acercarse al modelo de Inditex, haciendo rotar sus prendas mucho más rápido y acercándose a un público más joven. Si para comunicar precios recurrió a Kate Moss, para el nuevo giro apostó por Kendal Jenner. Este cambio de rumbo tampoco funcionó: es más, la clienta histórica de Mango no entendió ni la primera ni la segunda estrategia y desconectó de la marca.
Tras haber intentado pasar el timón de la empresa en dos ocasiones y haber tenido que volver para relanzarla, en aquel momento Isak Andic decidió que había llegado el momento de buscar a su sucesor. Y llegó en forma de director financiero, primero, director general, después, y consejero delegado, finalmente.
Toni Ruiz, procedente de Leroy Merlin, se incorporó a Mango con la misión de darle la vuelta a las finanzas de la compañía. Más tarde puso en marcha el plan que debía devolver el ADN a la marca y, con el objetivo logrado, ha puesto en marcha el plan para llevar a la empresa a más de 4.000 millones de facturación, con motores como Estados Unidos. La confianza de Isak Andic en Toni Ruiz era máxima, hasta el punto de que le dio entrada en el capital de la empresa, que deberá continuar liderando sin Isak Andic.