Javier Guerra, el ‘throttelman’ del textil gallego
Javier Guerra, con trayectoria empresarial y política, ha tomado la presidencia de la patronal Cointega,entre la sabia sombra del incombustible José Antonio Conde (a quien sucede tras 38 años en el cargo) y la alargada de Inditex.
17 oct 2024 - 05:00
En el mar, el throttelman es el encargado de que la embarcación coja velocidad. Son los responsables de los flaps (estabilizadores) y el acelerador en las naves de alta velocidad, como si fueran un avión. Desde el pasado julio y tras una larga trayectoria profesional, Javier Guerra es el throttelman de la moda gallega al haber tomado la presidencia de la patronal Cointega, entre la sabia sombra del incombustible José Antonio Conde (a quien sucede tras 38 años en el cargo) y la alargada de Inditex.
Javier Guerra no es, ni mucho menos, un recién llegado al sector. De hecho, lleva en él toda su vida, aunque su aterrizaje fue pura coincidencia. Nacido en Vigo en 1964, de padre portugués (de donde viene su constante tez morena) y de madre española, estudió Economía en la Universidad de Santiago de Compostela. Cuando terminó la carrera se trasladó a Madrid a estudiar Inspección de Hacienda, pero a los pocos días de comenzar la consultora DBK Databank le contrató para realizar un estudio de mercado para una empresa italiana que quería entrar en España: Gruppo Finanziario Tessile.
“Yo ya les dije que en el noreste de España estaba surgiendo una empresa que hacía las cosas de una manera muy diferente y que iba a cambiar el mercado -recuerda Guerra-; no me hicieron ni caso”. Pese a su premonitoria advertencia, Gruppo Finanziario Tessile, que trabajaba con diseñadores de la talla de Armani, Valentino o Ungaro, le propuso abrir la filial española. Con Guerra, la empresa italiana abrió el primer shop-in-shop que se puso en marcha en España en El Corte Inglés, de la marca Valentino.
Después de tres años, Guerra dio el salto a una compañía alemana, Steilmann, también como responsable de la filial española, donde permaneció tres años más hasta que en 1992 saltó a Alfico como director comercial, si bien luego ascendió a director general. Alfico, donde permaneció siete años, era entonces el distribuidor en España de marcas como New Balance, Columbia o Umbro.
Guerra dio el salto a la alemana, Steilmann, también como responsable de la filial española, donde permaneció tres años más hasta que en 1992 saltó a Alfico
Entonces, a través de un head hunter, llegó la llamada soñada: “fue como si me llamaran del Barça”, rememora Guerra. Durante dos años, entre 1996 y 1998, el empresario ocupó el cargo de director de calzado de Nike en España, una etapa en la cual impulsó los shop-in-shops y los outlets de la marca. Dos años después, otra llamada que sería clave en su trayectoria, esta vez de Camper.
Guerra recuerda “el salto del just to do it al walk, don’t run” como uno de los mejores momentos de su carrera, pues Camper vivía entonces su momento de máxima expansión. Durante un año, entre 1998 y 1999, el empresario ocupó, basado en Inca (Baleares), la dirección comercial general de Camper, cuando la marca pasó de vender un millón a tres millones de pares abriendo filiales en todo el mundo.
Llegó entonces uno de los momentos de su trayectoria que le hacen sentir “más orgulloso”: en la empresa portuguesa Throttelman ocupó la dirección general. Participada entonces por capital riesgo, fue allí donde conoció a su actual socio, José Cardoso, y, juntos, le dieron la vuelta a la empresa hasta que sus accionistas la vendieron.
Llegaron los 2000 y, con la explosión del ecommerce, dio el saltó a la compañía Net Juice para dirigir el ecommerce deportivo Sportarea, para posteriormente pasar a Skechers como director general España, Portugal e Italia entre 2002 y 2009. Guerra ya había comenzado entonces su vinculación con el sector público: aunque desde su juventud estuvo vinculado con el Partido Popular (antes de empezar a trabajar impulsó las Juventudes de la entonces Alianza Popular), fue en el 2000 cuando se convirtió en concejal de Economía, Hacienda y Personal del Ayuntamiento de Vigo, cargo que compatibilizó con su trabajo en el sector privado.
Durante un año, entre 1998 y 1999, el empresario ocupó, basado en Baleares, la dirección comercial general de Camper
También en esta época conoció a los fundadores de una marca que terminaría siendo relevante en su carrera: El Niño. En Tarifa (Cádiz), el empresario alemán Herbert Neumann y el diseñador gráfico vasco Andoni Galdeano habían fundado la marca surfera y concedieron a Guerra la licencia para explotarla.
Entre 2009 y 2013, el empresario lo dejó todo para dar respuesta a su “vocación de servicio social” y se convirtió en conselleiro de Economía e Industria de la Xunta de Galicia, con Alberto Núñez Feijoo al frente. Sus negocios quedaron en manos de Cardoso (en este periodo, su empresa compró, por ejemplo, la desaparecida Fun&Basics) y, con el fin del mandato, Guerra dejó la Administración gallega.
Tras cumplir unos años de incompatibilidad, regresó al sector privado para empezar uno de los periodos más activos de su carrera: entre 2019 y 2023 fue senador por la provincia de Pontevedra y hoy es socio de la empresa de head hunters Altum Advisors, tiene una empresa de consultoría, participa en una empresa de bicicletas eléctricas y en otra del sector vitivinícola, pero su principal ocupación es el relanzamiento de OSDM, dedicada al diseño y fabricación para marcas de moda con sede en Vigo y Oporto. También está haciendo volver a brillar a El Niño, impulsando colaboraciones con gigantes como Bershka.
“Cuarenta años dan para hacer muchas cosas”, dice Javier Guerra al terminar el relato de toda su trayectoria. Y, como si no hubiera tenido suficiente, ahora se pone al frente de Cointega. “Ahora me tomo las cosas con más calma, pero en Cointega hago falta por mi perfil, con empresa privada y sector público”, explica Guerra, afincado hoy en Vigo y desde donde aspira a convertirse en throttelman de la moda gallega, dando gas al sector desde los mandos.