De olvidados a nuevas estrellas: los recicladores de Olot, con dudas ante el ‘boom’ sostenible
En un momento en la legislación presiona a la moda para abordar la circularidad, los empresarios textiles del clúster del reciclaje de Olot, que han mantenido tradicionalmente un perfil bajo, viven un momento de oportunidad.
5 sep 2022 - 05:00
Se les podría imaginar frotándose las manos viendo llegar su momento de oportunidad después de décadas como los feos del baile. Son los empresarios recicladores de textil del área de influencia de Olot, en Girona, entre los que cunde el escepticismo. Ni la nueva legislación sostenible, que hará el reciclaje de ropa obligatorio en unos años, ni el creciente interés por su producto por parte de las empresas de moda que tradicionalmente han ignorado su existencia hacen a estas empresas revisar su estrategia. Al menos por ahora.
El clúster está formado por compañías como Pagès Valentí, Hilosa o Triturats La Canya y está ubicado en la Garrotxa, una comarca en la provincia de Girona que tiene Olot como capital. Se trata de uno de los polos más importantes del reciclaje textil de España, junto al que forman en Alicante empresas como Hilaturas Ferre o Belda Llorens.
Las primeras empresas del sector en la región tienen su origen a finales del siglo XIX, cuando los indianos procedentes principalmente de Cuba instalaron en la Garrotxa plantas textiles y maquinaria para el reciclaje textil. En ese momento, el objetivo estaba en aprovechar una materia prima que escaseaba, principalmente con la fabricación de hilos para usos diversos, desde fundas para jamones a bajos de alfombras.
El desmantelamiento de la industria textil catalana a finales del siglo XX y principios del XXI llevó a la desaparición de muchas de las empresas de hilatura de la región. No obstante, algunos de los recicladores ya habían comenzado décadas atrás un cambio en su modelo y, gracias a una mejora de la calidad de su producto y procesos, producen hoy hilos usados a menudo para el textil hogar, la producción de mantas y, también, productos de moda.
El clúster tiene su origen a finales del siglo XIX y está formado por empresas como Pages Valentí, Hilosa o Triturats La Canya
Los empresarios no rebaten cundo se les dice que los mejores recicladores textiles del mundo están en España, pero no dan por hecho por ello que deban ser los protagonistas de la construcción de una macroindustria europea del reciclado de prendas.
Un informe de McKinsey estima que en Europa hacen falta 2.200 fábricas de reciclaje textil para alcanzar la circularidad, un escenario que podrían suponer un derroche de optimismo para estas compañías, que, sin embargo, expresan sus dudas y cautelas.
Primero, porque por ahora sólo hay voluntad y está todo por hacer; segundo, porque desconfían de que el interés de los grandes grupos de moda pueda redundar a largo plazo en su beneficio y, por último, porque la competencia a escala global, especialmente en países como Turquía, es grande, y los españoles no tienen por qué ser los ganadores de la partida.
Ante el futuro boom de demanda de reciclaje que puede generar la nueva regulación sostenible que llega a España procedente de la Unión Europea, el principal hándicap es que estas empresas especializadas en reciclaje mecánico usan como principal materia prima los residuos industriales (trapo procedente de fábricas de confección), y no posconsumo, es decir, de prenda terminada.
En el primer caso, la empresa que procesa el trapo de origen industrial conoce la composición del producto (el deshecho de un confeccionista) que recibe y no debe separar del mismo botones, cremalleras y otros elementos, por no hablar del color. En el segundo caso, los pasos previos a la creación de la borra que reciben los hiladores son muchos más, empezando por un sistema de recogida de prendas usadas que apenas existe.
Sin embargo, la experiencia de generaciones dedicadas al reciclaje de textiles hace de estas empresas como los mejor situados para capitalizar las oportunidades de la disruptiva nueva legislación sostenible de la Unión Europea. También podrían fácilmente despertar el interés de grandes grupos de distribución, que ya han activado la entrada en el capital de compañías especializadas en sostenibilidad.
La mayor parte de estas empresas comparten las mismas características: son compañías familiares, de una gran tradición (algunas tienen hasta noventa años de historia), exportan entre el 70% y el 90% de su producción, y acaban de salir del armario, ya que, hasta hace pocos años, comercializar hilos con la etiqueta de reciclado era un tabú.
“La Unión Europea está invirtiendo ahora en la fase previa, la de la recogida, que es el caballo de batalla”, sostiene Josep Pagès, al frente, junto a su hermano Sebastià, de Pagès Valentí, una compañía especializada en la producción de hilos blancos y crudos a partir de algodón procedente de residuos industriales.
Las empresas de hilos de algodón reciclado exportan entre el 70% y el 90% de su producción
Con sede en el municipio de Sant Jaume de Llierca (Girona), la compañía, que nació en los años setenta, produce cerca de 13.000 toneladas de hilos al año y factura en torno a veinte millones de euros. En Pagès Valentí trabajan setenta personas que se dividen en cinco turnos ininterrumpidos durante los siete días de la semana.
Sobre la nueva legislación, Pagès sostiene que “se debería aplicar la lógica, porque si el 90% de los productos llegan desde fuera, es absurdo que a nosotros nos obliguen a reciclar”. “Siempre hemos estado muy desprotegidos -añade-; y también ha habido oportunidades, pero hay que creérselo”.
Lo mismo defiende Ignasi Salas, al frente junto a sus cuatro hermanos, de Hilados Olotenses (Hilosa), una empresa con cuarenta años de trayectoria especializada en la producción de hilos reciclados de color con sede en el municipio de Les Preses. Con en torno a 10 millones de euros de facturación, la empresa también exporta la mayor parte de su producto.
Con el crono en marcha de la Ley de Residuos, las grandes compañías de distribución han acelerado su estrategia de sostenibilidad y su alianza con este tipo de empresas. Sin embargo, ellas prefieren mantener la distancia. “Nosotros podemos llegar a destinar entre el 10% y el 20% de nuestra capacidad a uno de los principales grupos de distribución de moda de España, pero no más, porque no sabes lo que puede pasar mañana”, asegura Salas.
“Hablar de ser sostenible ahora es algo falso, se trata de regenerar”, añade, por su parte, Pagès sobre las estrategias de los grandes grupos. “Pero es cierto que están asustados, porque antes no dependían de nadie ni tenían que dar cuentas”, asegura el empresario.
Ambas empresas de hilatura de algodón reciclado tienen en Triturats La Canya, con sede en el municipio de La Canya, limítrofe con Olot, a uno de sus principales proveedores. La compañía tiene noventa años de trayectoria y está especializada en la producción de borra (fibras de algodón trituradas) a partir de desechos preconsumo.
El acceso a la materia prima y las dificultades técnicas del reciclaje posconsumo son algunas de las principales barreras
Ariadna Cererols, miembro de la cuarta generación de la familia fundadora de la compañía, explica que uno de los hándicaps es encontrar la materia prima: “tenemos que traer todo de fuera, de China, India o Bangladesh, ya que en España apenas hay fábricas de confección”.
Con el objetivo de expandirse y ganar ventaja sobre lo que viene, Triturats La Canya se está abriendo, poco a poco, al posconsumo. A través de entidades como Humana o Cáritas, la compañía recibe prendas para reciclar. “El problema es que hay que verificar bala por bala y los costes aumentan porque se tiene que limpiar el producto”, explica.
La tecnología juega cada vez un papel más importante en este proceso, hasta ahora totalmente manual: ya hay tecnología de inteligencia artificial para detectar el color y separar las prendas de manera automatizada. Pero todo está por articular todavía.
Según Pagès, actualmente con el reciclaje de producto preconsumo “apenas hay diferencia en el resultado entre los hilos de algodón virgen y reciclado”. Sin embargo, las tecnologías para el tratamiento de prendas postconsumo no será suficiente: “el verdadero sistema de reciclaje que triunfará es el químico, aunque puede ser más o menos sostenible”, afirma.
Cómo se recicla
Para la producción de hilos a partir de algodón reciclado, el proceso es mecánico, y según Salas, “también es artesano”. La primera fase es seleccionar las balas de algodón triturado para que la mezcla sea homogénea.
Mediante un proceso de aspirado, las fibras se mezclan varias veces para que queden completamente integradas, aunque el proceso no puede alargarse ya que si no se rompe la fibra. Posteriormente entra en la fase de cardado, para colocar las fibras de forma horizontal.
Tras este paso, en el que el algodón, ya peinado e igualado sale en tambores circulares, se procede a la fase de hilado, donde con máquinas muy extensas, salen finalmente las bobinas de hilo. La mayor parte de las máquinas que utilizan estas empresas son alemanas, y en algunos casos tardan hasta dos años en producirse.