Japón, un mercado de 64.000 millones para la moda acorralado por la inflación y la deuda
El país del sol naciente es el único del G7 que mantiene los tipos en negativo. Sin embargo, el yen comienza a devaluarse y la inflación a golpear, lo que puede acabar repercutiendo a uno de los principales mercados de la moda.
10 feb 2023 - 05:00
La última paloma del G7 empeora su salud económica y pone en riesgo un mercado de 64.000 millones para la moda. Japón, que durante más de veinte años ha abogado por políticas económicas ultraexpansivas, es la única de las grandes economías que mantiene el precio del dinero en negativo. Sin embargo, la inflación ha alcanzado máximos en el país en diciembre, hasta el 4%, y el valor del yen se ha hundido frente a la fortaleza del dólar, lo cual amenaza con impactar en la industria global de la moda.
El año pasado, la industria de la moda generó un volumen de negocio de 9 trillones de yenes en el país (64.000 millones de euros), según datos del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón, un 17,7% más que en 2021.
Japón también es el segundo mayor mercado de lujo del mundo. Aunque ya quedan lejos aquellos años en los que el país representaba el 20% de las ventas de Dior y el 50% de los ingresos de Louis Vuitton, los japoneses gastan anualmente 33.000 millones de dólares en productos de lujo, de los cuales 10.000 millones de dólares corresponden a prendas de vestir, según un informe elaborado por McKinsey.
El país del sol naciente es el segundo mercado asiático para la moda española, superado sólo por China. En 2022, las exportaciones españolas de artículos textiles y de prendas de vestir al país se cifraron 4.300 millones de euros, según datos recogidos por Icex España Exportación e Inversiones. En 2018, España y Japón firmaron un pacto de arancel cero para la ropa y el textil, lo que ha generado un ahorro de mil millones de euros en derechos de aduana y ha estimulado el comercio entre los dos países.
Japón es el segundo mayor mercado asiático para la industria española de la moda
Como consecuencia de la elevada inflación que golpea al país, muchas empresas están optando en Japón por subir los sueldos. Fast Retailing, el mayor grupo textil de Asia y el propietario de Uniqlo, anunció en enero de este año una subida de entre el 18% y el 40% de los sueldos de su plantilla, después de que el primer ministro nipón, Fumio Kishida, pidiera a las compañías un alza en los sueldos para compensar el encarecimiento de los precios.
Otras compañías como Nintendo también han anunciado aumentos en los salarios de sus empleados, con la intención de retener a sus trabajadores. Los sueldos medios en Japón son menores del conjunto del G7 y el país acumula décadas de pérdida de trabajadores frente a otras grandes economías que remuneran mejor a sus empleados.
El país también es un refugio para las principales marcas españolas de moda. Inditex contaba a cierre de 2021 con 86 tiendas ubicadas en Japón, de las cuales 75 son de Zara, dos son de Bershka y nueve de Zara Home. El gigante gallego eligió el mercado nipón para poner en marcha en 2012 su primer ecommerce en Asia. Desigual también encuentra en Japón uno de sus principales mercados, con treinta tiendas y un almacén en Tokio. Camper, por su parte, opera en el país con cincuenta tiendas.
Inditex contaba a cierre de 2021 con 86 tiendas en Japón
La semana pasada, el ministro nipón de finanzas, Shunichi Suzuki, advirtió del deterioro sin precedentes que padece la salud fiscal del país, con una deuda pública agravada por la pandemia y la inflación. La declaración coincidió con la decisión del Banco de Japón de mantener los tipos en negativo y empeorar sus perspectivas sobre la economía japonesa, sobre la que anticipa un crecimiento del 1,9% en 2022, una décima menos que en octubre.
Pero el principal escollo de Japón es la deuda. El endeudamiento público de Japón es el mayor de entre los países del G7 y en 2021 más que duplicó su Producto Interior Bruto (PIB), según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Debido a esto, el banco central japonés se niega a subir el precio del dinero y mantiene sus tipos de interés ultrabajos para no incrementar los costes de financiación del estado.