Legado Trump: aranceles, ‘friendshoring’ y seguridad económica
En 2024, casi cuatro años después del fin de su mandato, y a punto de celebrarse las siguientes elecciones en el país, con un gobierno demócrata de por medio, las consecuencias de su gobierno todavía se sienten internacionalmente.
11 jul 2024 - 05:00
Viernes, 20 de enero de 2017. En el ala oeste del Capitolio de Estados Unidos, el ganador de las elecciones presidenciales del país, Donald Trump, jura su cargo como nuevo presidente de la mayor potencia mundial. En 2024, casi cuatro años después del fin de su mandato, y a punto de celebrarse las siguientes elecciones en el país, con un gobierno demócrata de por medio, las consecuencias del mandato del megalómano republicano todavía se sienten en el panorama internacional.
Bajo la premisa de mejorar el saldo comercial negativo con China, gran parte de las medidas estrella del presidente intensificaron la hasta entonces latente guerra comercial entre los dos gigantes. Los constantes esfuerzos del país yankee por reducir la dependencia con China han dado sus frutos, y en 2023, por primera vez en dos décadas, Estados Unidos importó más bienes de México (475.600 millones de dólares) que de China (427.200 millones de dólares). Porque la subida de Joe Biden al poder en 2020 no ralentizó el tsunami de medidas proteccionistas que comenzó Trump y, tras alcanzar su máximo histórico en 2022, el año pasado el valor de las importaciones estadounidenses de bienes chinos cayó un 20%. “Intentar reducir la dependencia comercial del país con China es uno de los pocos puntos en común que comparten republicanos y demócratas”, explica Víctor Burguete, investigador sénior en geopolítica global y seguridad del Cidob.
Según los datos de la Oficina de Aduanas de Estados Unidos, del total de los 233.000 millones de dólares que se han recaudado de más con estos aranceles desde la llegada de Trump al poder, apenas 89.000 millones de dólares se recaudaron durante el mandato republicano. Los 144.000 millones de dólares restantes corresponden a la administración de Biden. “La llegada al poder de Trump cambió los paradigmas mundiales predominantes en las últimas décadas, por los que el comercio siempre se entendía como algo positivo”, añade Federico Steinberg, investigador del Real Instituto ElCano. La tendencia que comenzó en Estados Unidos, de hecho, no tardó en expandirse a Europa, una potencia mucho menos preparada para la autosuficiencia.
Aunque los expertos reniegan de nombrarlas todavía como proteccionistas, han adquirido un corte de cada vez más autosuficiencia. En los pasillos de Bruselas hace años ya que se habla de “seguridad económica”, “competitividad europea” o “aranceles verdes”, medidas que, si todavía no tienen la intención directa de dificultar la entrada de productos chinos al continente, sí buscan priorizar la producción europea.
Bajo el mandato de Joe Biden se han recaudado 144.000 millones de euros en aranceles a China
“La UE no es una unión política que tenga que la capacidad política de actuar como China o Estados Unidos -explica Steinberg-; lo que hace más difícil establecer una política industrial coordinada”. A la guerra comercial, a Europa se le unió poco después la pandemia y el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, lo que evidenció todavía más la dependencia del continente con el exterior. “Fuimos de shock en shock, lo que nos obligó a reevaluar nuestras cadenas de valor”, sentencia Burguete. Como consecuencia, en junio de 2023 la UE firmó la Estrategia Europea de Seguridad Económica para impulsar la base económica del continente y la competitividad entre países. El camino de los Veintisiete ha pasado desde entonces por el friendshoring, o comercio con países más afines a Europa, lo que le ha llevado a firmar tratados de libre comercio con Chile o Nueva Zelanda. La Unión está trabajando intensamente, además, por firmar un tratado similar con los países del Mercosur. En 2023, el déficit comercial de la Unión Europea con China también se redujo hasta 291.000 millones de euros, un 27% menos que el año anterior.
Comercio textil
“Aunque el comercio de bienes sí que ha descendido progresivamente, el de servicios como plataformas digitales o servicios financieros, sigue creciendo”, alerta Steinberg. En el textil, uno de los sectores más estratégicos para el gigante asiático, sin embargo, la política comercial europea es muy diferente. “En los últimos años sí que ha habido una diversificación a otros países, pero por un tema de dinámica de costes; producir en China, ya no es tan barato”, continúa el investigador de ElCano. En España, el gigante asiático se mantiene como el gran vendedor de moda al país, aunque ha reducido su peso: durante el primer trimestre de 2024, China exportó bienes por valor de 1.659 millones de euros, un 3,9% menos que los tres primeros meses del año anterior. Turquía, la gran apuesta de la producción de cercanía en Europa, por su lado, elevó sus exportaciones a España un 5,5%, hasta los 588,9 millones de euros.
“No puedes justificar que la moda es un sector estratégico como lo es, por ejemplo, la tecnología, por lo que cuesta más establecer ciertos aranceles”, explica Burguete. Aun así, la Unión ya ha comenzado a regular ciertos ámbitos del sector a través de la ley en contra del trabajo forzoso, que prohibe la entrada al mercado de europeo de productos sospechosos de haber sido elaborados bajo estas prácticas. Paralelamente, algunos países como Francia también han comenzado a impulsar sus propias leyes proteccionistas. La cámara baja del país galo ha aprobado en 2024, por ejemplo, la implantación de ecotasas a grandes productores chinos como Shein o Temu justificándolo como una medida medioambiental.
“El auge del proteccionismo tiene un claro efecto directo en la subida de precios, pero es un coste que los norteamericanos están dispuestos a asumir”, añade Steinberg. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre serán un punto clave para la economía mundial. Si Trump sube al poder, una de las medidas estrella del candidato republicano pasa por instaurar un impuesto de hasta un 60% a los productos provenientes de China y, en relación, de un 10% a todos los productos del comercio mundial. “La UE fue diseñada como una herramienta para evitar hacernos daño unos a otros, no para sobrevivir en este tipo de competición”, alerta Burguete. Los países de la Unión deben resolver antes los problemas de integración interna en el continente, además de volver a industrializar sus economías, que durante tanto tiempo se han dedicado a descentralizar.