Yute, una fibra ‘eco’ que busca su futuro en el cielo
23 jul 2021 - 04:39
Abarcas, menorquinas, esparteñas o alpargatas. El calzado más omnipresente del verano (con permiso de las chanclas) tiene una cosa en común: su suela de yute. La fibra de origen vegetal más usada tras el algodón (y con una producción anual similar a la de la lana) es una materia prima barata, sostenible y versátil, cuya producción apenas ha comenzado a recuperarse tras el golpe que supuso la crisis económica. Parte del crecimiento ha venido por los esfuerzos realizados por gobiernos y asociaciones por diversificar la producción más allá del textil, en sectores como cosméticos, medicamentos, pinturas o muebles. ¿Sus desafíos? La producción está altamente concentrada, por lo que, si la cosecha es mala, como ha ocurrido esta campaña, los precios se disparan.
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El yute copa entre un 50% y un 60% de la producción de las fibras vegetales (excluyendo el algodón), por delante del cuero, el lino o el cáñamo, según datos de Textile Exchange. Entre sus ventajas se encuentran sus propiedades aislantes antiestáticas, así como su baja conductividad térmica y moderada retención de la humedad. Además, puede mezclarle fácilmente con otras fibras, tanto sintéticas como naturales, y es biodegradable, lo que le ha convertido en un material al alza en plena fiebre por la sostenibilidad.
Su cultivo requiere un clima húmedo, con una temperatura entre 24 y 38 grados, y cerca del 95% de su producción se concentra en sólo dos países de Asia meridional: India y Bangladesh, seguidos muy de lejos por Nepal y Myanmar.
En la última década, la producción ha oscilado entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas al año, en línea con la lana, con India como principal exportador, copando el 60% de todo el comercio global. Desde allí salen cada año casi 200.000 toneladas de yute al año, mientras que el resto se consume internamente, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Bangladesh, por su parte, exporta cerca del 40% del yute como fibra y el 50% como productos manufacturados.
Cerca del 95% de la producción de yute se concentra en India y Bangladesh
Precisamente esta concentración es la que ahora está penalizando al sector. Las inundaciones y el ciclón Amphan que golpearon Bangladesh el año pasado han afectado a las cosechas, y en lo que va de 2021 alrededor de cuarenta fábricas de hilatura de yute en Bangladesh han suspendido la producción por falta de materia prima.
Esto ha motivado una escalada de precios hasta máximos históricos: en marzo, un maund de yute (que equivale a 36,250 kilos) se vendía a 6.300 takas, el doble que el año pasado. En 2019, el precio era de entre 1.500 y 2.000 takas, según datos recogidos por Dhaka Tribune.
La situación se reproduce en India: los precios han escalado entre un 70% y un 80% desde marzo del año pasado, hasta superar las 8.000 rupias por quintal, aunque el Gobierno ha intervenido y se ha controlado hasta 6.400 rupias por quintal. Sólo en Bengala Occidental, uno de los polos de producción del yute en India, 16 fábricas han cerrado, y la asociación local Indian Jute Mills Association alerta de diez cierres más en los próximos meses.