Entorno

India: la segunda ola del Covid asesta el golpe definitivo al textil del país

La escalada de contagios y las nuevas restricciones (incluyendo un confinamiento en Bangalore) ahogan a uno de los hubs que más sufrió ya la pasada primavera.

P. R. D. / I. P. G.

29 abr 2021 - 04:57

India: la segunda ola del Covid asesta el golpe definitivo al textil del país

 

 

 

“Desgarradora”. Así definía a principios de semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) la situación que atraviesa India ante la segunda ola del Covid-19 que asola el país. El nuevo brote del virus asesta el golpe definitivo a la industria textil del país, que ya había quedado fuera de las prioridades de los grupos del sector a la hora de organizar sus producciones. El impacto económico de la segunda ola empieza a medirse: algunos expertos pronostican que la economía del país podría retroceder al tamaño de hace veinte años.

 

India ha batido el récord mundial de nuevos casos de coronavirus (que hasta ahora tenía Estados Unidos) las últimas semanas, con más de 330.000 contagios y 2.263 fallecimientos el pasado viernes, según datos aportados por el Gobierno del país. India bajó la guardia ante la evolución de la pandemia y en enero la dio por finalizada; ahora, las UCIS se ven desbordadas y la falta de material sanitario como respiradores alarma al mundo.


El país estaba llamado a ser unas de las locomotoras de los emergentes tras la crisis del Covid. Según las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), de este mismo mes, la economía del país engordará un 12,5% este año y se impulsará otro 6,9% en 2022, muy por encima del 5% para el conjunto de los mercados emergentes.


 

 

 

Con la recuperación económica, la industria textil del país debía empezar a levantar cabeza tras el golpe del Covid en Occidente en la primera mitad de 2020. Tras la paralización de la producción en China, los gigantes internacionales de la moda comenzaron a buscar nuevos destinos para sus producciones, priorizando la proximidad en busca de flexibilidad y velocidad.


Desde el principio, India estuvo bajo la lupa de los gigantes mundiales de la moda, que cortaron pedidos a las fábricas del país. Casi el 80% de la industria india del textil y de la confección no está organizada y depende de créditos y pagos en efectivo, lo que ha motivado cierres y ajustes en masa, especialmente en las compañías más pequeñas.


Estados como Gujarat o Punjab activaron el Factories Act, una herramienta legal de 1948 que permite hacer cambios en la legislación por la vía exprés para incrementar hasta doce horas la jornada laboral máxima diaria con el objetivo de limitar los despidos. Los salarios en la industria de la confección de todo el país cayeron un 57%, según datos de Business Human Rights Resource Centre.


La situación era tan crítica que motivó que India fuera de los países que más activamente reclamó a las marcas de moda que no cancelasen pedidos y que pagasen los que estaban ya en producción.

 


 

 

Ya en marzo, cuando en Europa apenas acababa de imponerse el confinamiento, el Apparel Export Promotion Council reclamó por carta a marcas, tiendas y compradores de Europa y Estados Unidos que “continuaran apoyando” a la industria “en estos momentos críticos”, recalcando que cancelar pedidos “impactaría severamente en el sustento de miles de trabajadores”.


Pero las marcas cancelaron, y llegaron los despidos. Gorakaldas, fabricante de Gap, Zara, Adidas o Abercrombie prescindió con efecto inmediato de 1.200 trabajadores, una decisión que los sindicatos vincularon directamente con la cancelación de pedidos por parte de H&M. Otro ejemplo de los recortes fue el de Raymond, uno de los mayores fabricantes y distribuidores del país, que despidió a 800 de sus 7.000 empleados.


Los gigantes de la moda apartaron su mirada de India y, con la proximidad como prioridad absoluta, en Asia sólo quedaron en la lista de países proveedores destinos como China, Vietnam y Camboya. La industria textil de India, muy estacional por las características de su producción (con brocados como protagonistas), quedó tocada tras la primera ola del Covid en Europa. Ahora, la segunda ola local la asola.

 


 

 

Los datos llegan de todo el país: la Federación de Comerciantes Textiles de Surat (Fostta, en sus siglas en inglés), estima la caída de ingresos un 40% desde principios de año. Las exportaciones de algodón anotaron un descenso del 13% en el primer trimestre, la producción de tejido se ha desplomado entre un 60% y un 70% y las exportaciones de ropa se han hundido un 65%, según estimaciones de la agencia de rating Icra, propiedad de Moody’s. La misma fuente anticipa que la recuperación de niveles pre-Covid no llegará hasta 2023.


A eso se suma, además, a la desbandada de trabajadores por miedo a un nuevo confinamiento: en Surat, alrededor del 40% y el 45% de las plantillas han abandonado las fábricas en los últimos meses. En Manesar o Gurugram, la cuota ronda entre el 15% y el 20%.


Ese temido encierro llegó finalmente el pasado lunes: el Gobierno del estado de Karnataka (donde se encuentra Bangalore) decretó un confinamiento de catorce días, precisando explícitamente que las fábricas de ropa deberán cerrar. El sindicato de trabajadores del textil y la confección (Gatwu, por sus siglas en inglés) ha criticado la medida, que sí permite seguir operando a la agricultura y la construcción, y ha reclamado o bien reabrir al 50% de la capacidad o bien una compensación.


En declaraciones al diario local Mint, la Asociación de Productores de Confección de India (Cmai, en sus siglas en inglés) aseguró que “una gran proporción” de pequeños productores están cerrando su negocio, presionados además por la escalada de los precios de las materias primas. “El impacto de la segunda ola podría ser más severo dado que las condiciones ya eran muy débiles para muchos operadores”, aseguró la organización. “Los fabricantes siempre han dependido en gran medida del crédito, lo que limita la liquidez y las perspectivas de crecimiento de la industria”, añadió.


 

 

 


Más allá del sector de la moda, la segunda ola pone al conjunto de la economía india en una situación crítica. El Global Times, uno de los diarios de referencia de India, alertaba de que podría hacer retroceder la riqueza del país veinte años atrás.


El textil y la confección copan el 2% del Producto Interior Bruto (PIB), un 7% de la producción industrial y un 12% de las exportaciones del país. Es, además, el segundo mayor empleador, con 45 millones de trabajadores directos.


A diferencia de otros países vecinos, la industria está verticalmente integrada: India es el mayor productor de algodón y yute del mundo y el segundo mayor productor de poliéster y seda.


El país ocupa la cuarta posición entre los mayores proveedores de ropa y textil de Estados Unidos y la Unión Europea. Las exportaciones a la mayor potencia mundial se situaron en 6.816 millones de dólares el año pasado, un 15% menos que en 2019, según datos de US Census Bureau. Las ventas con destino la Unión Europea (incluyendo calzado, joyería y perfumería) se situaron en 6.865 millones, con un descenso del 23%. En el caso de España, ocupa la novena posición, con ventas por valor de 736,1 millones el año pasado, frente a los 1.090 millones del año anterior.