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Misako o cómo llevar la fórmula de Inditex al negocio de los bolsos

Raíces del textil, precios bajos y unas bolsas que llevaron su logo a todos los rincones del país: con esta fórmula, Misako se convirtió en una de las compañías de más crecimiento de su sector y organizó la atomizada y dispersa distribución de los complementos.

Silvia Riera

9 abr 2019 - 04:49

Misako o cómo llevar la fórmula de Inditex al negocio de los bolsos

 

 

Hubo un tiempo en España en que los andenes del metro estaban repletos de unas bolsas negras con una simple leyenda: MSK. Las utilizaron durante gran parte de la primera década de los dos mil multitud de chicas para transportar sus fiambreras de la comida. Fue un invento sencillo, pero eficaz, que disparó la popularidad de una nueva cadena de complementos que se expandía con rapidez por España.

 

Entre 2005 y 2008, Misako multiplicó por siete su facturación, pasando de vender 4,8 millones de euros en 2005 a un total de 36 millones de euros tres años después. En este periodo también multiplicó por cuatro su red comercial, pasando de sumar cuarenta tiendas a rozar los 150 establecimientos.

 

Misako despegó en España hace dos décadas, en un momento en que la distribución minorista de los complementos en el país se encontraba totalmente atomizada y dispersa en pequeños establecimientos multimarca especializados, algunas tiendas de moda y El Corte Inglés. Misako fue de las empresas pioneras en el mercado español en intentar ordenar este segmento con una cadena especializada, que trató de trasladar al ámbito de los bolsos el mismo sistema que entonces estaba acelerando a Inditex.

 

 

 

 

El grupo echó a andar en 1997 y lo hizo bajo el modelo del precio único, comercializando bolsos a sólo 25 euros. Se trata de una fórmula que la distribución lleva décadas explotando y que los todo a cien popularizaron en España, pero que el negocio de la moda en el país no ha exprimido demasiado. De hecho, con el tiempo, también Misako terminó por diversificar sus precios.

 

Los impulsores del grupo fueron Mario Coll y su esposa Montse Tarré, y las familias García y Torres Pradas. Estas dos últimas fueron también impulsoras en su día de Stradivarius, que en 1999 pasó a manos de Inditex por 18.000 millones de las antiguas pesetas (el equivalente actual a 108 millones de euros).

 

A lo largo de su andadura, Misako se ha apoyado en la fórmula de bolsos low cost para capear las sucesivas crisis a las que se ha enfrentado en sus dos décadas de trayectoria. A pesar de los vaivenes del mercado, el grupo ha ido avanzando a paso firme a la vez que han ido cayendo sus competidores más cercanos, como Fun&Basics, Aïta, Bissú o, más recientemente, Drypp.

 

En la actualidad, la marca se bate en la misma arena que Paco Martínez o la portuguesa Parfois, entre otras. En el segmento más alto, Misako topa con otros dos pesos pesados del premium made in Spain como Bimba&Lola y Uterqüe. La empresa cerró 2017 con una cifra de negocio de 45,5 millones de euros, un 5,5% más que en el año anterior, y para 2018, contemplaba cerrar el ejercicio en 46 millones de euros, un 1% más.

 

 

 

 

Cambio de rumbo

Mario Coll lideró el meteórico ascenso de la cadena en su primera etapa de despegue. Pero con la irrupción de la crisis económica también llegó la tensión en el seno del grupo. En 2009, Coll salió de la empresa. Una vez fuera de Misako, el ejecutivo intentó retomar el control del grupo buscando alianzas con grupos de inversión para comprar a las familias García y Torres Pradas su participación. Sin embargo, las negociaciones no prosperaron y el empresario terminó por desvincularse por completo de Misako. Con el tiempo, Coll lanzó Urbaks. Más recientemente, el directivo regresó al negocio de la moda de la mano de Tous, donde formaba parte del equipo en China.

 

Misako, propiedad hoy de la sociedad Frag Comercio Internacional y con sede en Esparreguera (Barcelona), ha apoyado su crecimiento en esta última década en la diversificación de producto y la entrada en mercados internacionales. Esta segunda etapa la ha pilotado Eulàlia Torres, miembro de la familia Torres Pradas, una de las cofundadoras del grupo. Torras Pradas es también uno de los apellidos del textil catalán, en concreto, de la industria lanera de Sabadell, donde están al frente de una de las principales compañías textiles del país.

 

 

 

 

La expansión internacional ha sido la segunda palanca de crecimiento de Misako. En 2009, el grupo contaba con sólo siete establecimientos en los mercados extranjeros, en países como Emiratos Árabes, Marruecos y Portugal. Con la crisis, el grupo optó por pisar el acelerador en el exterior para reducir su dependencia del mercado local. En 2011, Misako reforzó su cuadro directivo con talento de Inditex y de Etam para impulsar su expansión. Entonces, el grupo sumaba 160 tiendas en España.

 

El primer territorio que conquistó el grupo fue Francia, donde inició su ofensiva en 2013 con la apertura de las primeras diez tiendas. Dos años después, la compañía puso a Portugal en su punto de mira, y en 2016 dio el salto a Latinoamérica, con su entrada en México, Colombia y Perú.

 

Su último paso en el extranjero ha sido en China, el primer mercado fuera de Europa que aborda el grupo español. La empresa creó en octubre de 2018 una joint venture con Baozun, una compañía china especializada en soluciones tecnológicas y digitalización, para empezar a operar a través de ecommerce en el país. El primer paso en esta nueva andadura empresarial será la entrada de la marca en Tmall, propiedad de Alibaba. En paralelo, la compañía contempla poner en marcha a lo largo de 2019 una decena de pop up stores en distintas ciudades del gigante asiático.