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Teresa Helbig, la creadora que quería ser marca

Custodio Pareja

16 jul 2014 - 04:42

 

Eran los ochenta. Por aquel entonces, la juventud en España buscaba continuamente nuevas formas de expresión, relacionadas con el arte y todas sus variantes. Teresa Helbig, con 25 años, fue una de las jóvenes que apostó por mostrar sus inquietudes a través de la moda, sumándose así, a menor escala, a un movimiento de diseñadores de moda que también daban sus primeros pasos en este sector en aquella década, como Adolfo Domínguez, Roberto Moreno o Sybilla.

 

La diseñadora decidió que se dedicaría a la moda por vocación y de manera autodidacta. Gran culpable de ello fue su entorno familiar, rodeado de hilos, dedales y máquinas de coser. “Mi madre me contagió su gusto por la costura y por esta disciplina, pero yo nunca había pensado antes en dedicarme al diseño de moda”, explica.

 

Sus primeros pasos en el sector fueron de lo más anecdóticos. “Yo era escaparatista, nunca había hecho nada relacionado con coser ni diseñar, hasta que un día me invitaron a una boda y no encontraba nada para ponerme -sostiene Helbig-; decidí hacerme yo mi propio vestido, de plumas, muy de los ochenta, y los invitados de la boda se quedaron alucinados”.

 

Fue entonces cuando Helbig apostó por combinar su profesión de escaparatista con la de diseñadora. “La primera colección, a nivel de diseño, era perfecta. Todo el mundo me felicitó por ella, pero como no tenía ni idea de materiales, escogí un tejido que picaba e hice un gran número de vestidos con esa tela”, asegura. “Como me costó muchísimo dar salida a todo el stock, me vi en la obligación de hacer de mujer maniquí (sonríe) y asistir a todos los eventos de Barcelona con mis creaciones puestas”, sostiene. Finalmente, la colección fue un éxito y consiguió recuperar casi toda la inversión.

 

“No hubo un golpe de suerte, fue todo la constancia”, recuerda Helbig. “No teníamos la ambición de desfilar, soñábamos con tener un taller donde poder diseñar y seguir toda la evolución de la prenda”, sostiene.

 

Durante los primeros años, Helbig y su equipo trabajaban en casa de la diseñadora. “Cortábamos tejidos en el comedor, patronábamos en la cocina y en el resto de mi casa montamos un showroom para atender a nuestros primeros clientes, era un verdadero caos”, recuerda la diseñadora.

 

“Ahora, echando la vista atrás y mirando lo que hemos conseguido, hemos pasado a ser una marca, a tener una estructura, unos clientes y pensamos que, si seguimos luchando como hasta ahora, podemos conseguir incluso llegar a dejar huella como marca, algo que es inmensamente difícil en un sector como la moda”, argumenta Helbig.

 

Helbig y su equipo estrenaron un nuevo showroom el pasado año, ubicado en el número 184 de la calle Mallorca, en Barcelona. “Es un salto hacia delante -asegura-; hemos ganado espacio y hemos creado un lugar donde poder centralizar todas nuestras operaciones, ya que contamos con nuestro taller, un lugar para reunirnos y espacio de sobras para recibir a los clientes”, asegura Helbig. El próximo paso de la compañía es replicar la misma estructura en Madrid, aunque para eso “todavía pasarán un par de años, ya que la inversión es muy importante”.

 

 

 

DESARROLLO

Teresa Helbig ha vendido sus creaciones en países como Panamá, China o Arabia Saudí. “Todo depende de la colección y del público al que atraiga -explica-; al no tener distribución retail, una temporada se puede vender mucho en Asia y la siguiente mucho mejor en Estados Unidos”, dice Helbig.

 

El equipo de Teresa Helbig se ha marcado el objetivo de que los próximos años estén destinados a seguir construyendo marca y llegar a su público objetivo. La enseña ha llevado a cabo en los últimos meses un gran número de acciones, como la grabación de un fashion film donde mostrar sus creaciones. “Para llegar a tu público ya no basta con desfilar una vez cada temporada, debes hacer más acciones para estar conectado con él”, sostiene la diseñadora. Desfilar en París también es un objetivo a cumplir, ya que “para destacar en el sector tienes que internacionalizar tu marca”.

 

La diseñadora se muestra reacia a dar entrada a inversores en el capital de su empresa para financiar su desarrollo.  “Ahora mismo, no sé hasta qué punto podría beneficiarnos perder el control de la marca y dejar de ser lo que somos ahora -explica Helbig-; incluso nos cuesta hacer colaboraciones, ya que aunque sean dinero rápido pueden llegar a confundir a tu cliente”.

 

En cuanto al sector y a su situación actual, Teresa Helbig piensa que “es un momento difícil para cualquier pequeña o mediana empresa”. Asimismo, no cree que la crisis interna que vive el diseño se deba, por ejemplo, a la importancia que han tomado las marcas y cadenas de gran