2024: Revolución del monzón: la revuelta que levantó un país pero alejó al textil
En julio, un grupo de estudiantes de Bangladesh se alzaron contra el sistema de cuotas en el acceso al empleo público del Gobierno, que terminó destituido en agosto. Por el camino, la industria textil también ha quedado dañada.
24 dic 2024 - 05:00
Sheik Hasina Wazed acumulaba veinte años como primera ministra de Bangladesh cuando, el pasado agosto, huyó del país. A principios de los 2000 fue detenida por extorsión, pero salió de la cárcel y ganó las elecciones de 2008. En 2014 fue reelegida en unos comicios que levantaron críticas por parte de la opinión internacional, en 2018 ganó un tercer mandato y en 2024, un cuarto. Pero su gestión llevó al país a una corrupción extrema, un aumento de la deuda externa, inflación y alto desempleo juvenil, lo que puso en pie a Bangladesh. La denominada revuelta del Monzón ha logrado terminar con un régimen corrupto en Bangladesh, pero por el camino se ha llevado una parte de la confianza internacional en la industria textil del país.
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El año en que la regulación (casi) asustó a la moda
A principios de julio, un grupo de estudiantes comenzó a protestar por un antiguo sistema de cuotas en el acceso al empleo público que reservaba el 30% de los puestos de trabajo gubernamentales a los descendientes de los combatientes de la guerra de liberación, que transcurrió entre marzo y diciembre de 1979 y que derivó en la separación de Pakistán Occidental (actualmente Pakistán) y Pakistán Oriental (actualmente Bangladesh).
La exprimera ministra del país, Sheik Hasina, es hija del desaparecido Sheikh Mujibur Rahman, considerado padre de la nación por su papel en la guerra, de manera que el sistema de cuotas beneficiaba principalmente a personas relacionadas con el Gobierno.
Las protestas se extendieron poco a poco por todo el país, hasta que a finales de julio se tornaron violentas, causando una brutal represión policial, el corte de telecomunicaciones y la declaración del toque de queda.
El corte de comunicaciones afectó a la actividad industrial y los gigantes de la moda, que tienen en Bangladesh uno de sus mayores hubs mundiales, vieron afectados sus pedidos. La Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Association cifró pérdidas de 150 millones diarios por cada día de bloqueo.
Todo parecía que iba a terminar el domingo 21 de julio, cuando el Tribunal Supremo del país anuló el polémico sistema de cuotas, pero a principios de agosto el conflicto se reactivó: el 4 de agosto dejó la jornada con más muertos y las autoridades volvieron a imponer el toque de queda y, por tanto, el cierre de las fábricas. Los estudiantes pasaron de pedir la abolición del sistema de cuotas a la dimisión de Hasina, que se subió a un helicóptero para huir del país.
Aunque inicialmente se anunció que el ejército tomaría el mando del país hasta celebrarse elecciones, finalmente fue el premio Nobel Muhammad Yunus quien se puso al frente del Gobierno interino. De 84 años de edad, Yunus es conocido como el banquero de los pobres.
En 2006 recibió el premio Nobel de la Paz por la fundación del Banco Grameen para hacer frente a la pobreza en Bangladesh a través de microcréditos. De hecho, Yunus había tratado en 2007 de entrar en política fundando su propio partido para combatir el bipartidismo entre la Liga Awami de Hasina y el Partido Nacional de Bangladesh.
El premio Nobel Muhammad Yunus quien se puso al frente del Gobierno interino
La economía de Bangladesh se ha desarrollado de forma rápida en las últimas décadas y el país ha pasado de ser uno de los más pobres del mundo a ser un hub internacional de producción textil. Sin embargo, la economía nacional todavía sufre las consecuencias de la pandemia, lo que ha derivado en falta de empleo e inseguridad, en un contexto de alta inflación.
Con la llegada de Yunus, sin embargo, no se acabaron los problemas para Bangladesh. Una vez en las calles, los trabajadores cambiaron de nuevo sus demandas, ahora para reclamar los derechos laborales congelados durante todo el mandato de Hasina.
Entre las principales exigencias, la población reclamaba un aumento del 10% de los salarios anuales, la recuperación de los puestos de trabajo perdidos durante las protestas o una mayor asignación de alimentos.
Las nuevas demandas coincidieron, además, con la llegada de las lluvias monzónicas al país, lo que complicó todavía más la vuelta a la normalidad de la actividad industrial. Las fuertes lluvias impidieron durante días que los camiones circularan por las carreteras, provocando que la mercancía se acumulara en los principales puertos.
Como pasa tradicionalmente durante una disrupción en la cadena de suministro, la moda miró entonces al avión para asegurar la recepción de la mercancía, con la subida del precio del flete aéreo que esto conlleva.
A mediados de septiembre, según los datos de la plataforma de análisis de demanda marítima y aérea Xeneta, el país batió el récord de la mayor subida de precios de fletes de carga aérea en el año: en la penúltima semana de agosto, estas registraron un aumento del 163% interanual, su nivel más alto en los últimos dos años y medio.
Las exportaciones bengalís de ropa alcanzaron una cuota sobre el total del 7,4% en 2023
A seis meses del inicio de las primeras protestas, la situación en Bangladesh parece haberse estabilizado, aunque la moda en todo el mundo todavía sufre las consecuencias. Según un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el país cerró 2023 con exportaciones de ropa por valor de 38.000 millones de dólares, con un alza del 3% respecto a 2022, frente al incremento del 4% registrado ese año y del 20% de 2021. Las exportaciones bengalís de ropa alcanzaron una cuota sobre el total del 7,4% en 2023, frente al 7,9% del año anterior.
La inestable situación del país ha otorgado, además, más peso a otros proveedores tradicionales. El sector español de la moda, de hecho, removió el mapa del sourcing en lejanía durante el primer semestre del año, en el que los grandes proveedores del sector, China y Bangladesh, perdieron fuerza en favor de otras potencias productivas del continente asiático. Únicamente en Bangladesh, España redujo sus compras al país entre enero y junio un 4,3%, hasta 1.671 millones de euros.
En paralelo, países como India han visto como aumentaba el tráfico de mercancía en sus puertos. Esto ha dado a los trabajadores del país también la fuerza para comenzar a hacer sus propias demandas en cuanto a mejoras salariales y dejando a la vista un posible nuevo shock en la cadena de valor de la moda.