Una célula para hacer sostenible el algodón
Reducir el impacto medioambiental de la que es la segunda materia prima más utilizada en la industria de la moda se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios en la transformación sostenible de la moda en la actualidad.
18 oct 2023 - 05:00
¿Y si no hiciera falta campo, ni agua, ni fertilizantes para cultivar algodón? Reducir el impacto medioambiental de la segunda materia prima más utilizada en la industria de la moda se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios en la transformación sostenible de la moda. Hasta ahora, los esfuerzos se habían concentrado en el algodón orgánico y el reciclado, pero la última promesa del sector propone no cultivarlo ni reciclarlo, sino crearlo en un laboratorio.
Esa es la propuesta de Galy, una start up fundada en 2019 en Estados Unidos que ha desarrollado un método para cultivar algodón artificiamente. La empresa, que ha sido reconocida por los premios de LVMH y H&M, se prepara para dar el salto a escala comercial.
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Galy dio sus primeros pasos en la primavera de 2019 de la mano de la bióloga Paula Elbl, que abandonó el proyecto en 2022, y Luciano Bueno, exejecutivo de Deloitte y con experiencia en capital riesgo. El mismo año de su fundación, la empresa abrió una oficina en Brasil, y al año siguiente, pese al golpe de la pandemia, puso en marcha su primer laboratorio propio y se hizo con el premio Global Change Award, otorgado por la fundación H&M a proyectos innovadores dentro del sector de la moda.
Su primer producto, y con el que ha llamado la atención del sector, es Literally Cotton, un material que se desarrolla en un laboratorio a partir de células de algodón. Esas células se introducen en unos recipientes llamados biorreactores, con condiciones controladas, lo que permite que el algodón crezca de una manera similar a como lo haría en la naturaleza. El proceso puede realizarse con cualquier variedad de algodón y es diez veces más rápido que cultivar algodón convencional, según la compañía.
La primera prueba de concepto de Literally Cotton llegó en 2021, y ese mismo año otro gigante se fijó en Galy, LVMH, que le otorgó su premio a la innovación en la categoría de sostenibilidad. Sin haber lanzado todavía la primera producción al mercado, Galy terminó 2022 con cincuenta empleados y se trasladó a nuevas oficinas en Brasil y Estados Unidos.
El reto está, como ocurre con otros materiales alternativos, en alcanzar la escalabilidad, pero por el momento Galy parece contar con el respaldo inversor al menos para intentarlo. La empresa cuenta con un pool de más de veinte inversores, liderados por los fondos Material Impact y Kleiner Perkins, con uno y dos asientos en el consejo, respectivamente.
El punto de inflexión para la start up llegó el pasado julio, cuando alcanzó un acuerdo con la compañía japonesa Suzuran Medical, especializada en la producción de artículos sanitarios, por el que esta se comprometía a comprar mil toneladas de Literally Cotton al año desde que Galy ponga en marcha su primera planta comercial. El acuerdo, a diez años, está valorado en cincuenta millones de dólares. A largo plazo, el objetivo de Galy es ir más allá del algodón y desarrollar otros materiales con el método de la llamada agricultura celular.
Capital para crecer
Galy ha levantado ya más de 33,5 millones de dólares en seis rondas de financiación para el desarrollo de Literally Cotton, según datos de Crunchbase. Entre sus inversores principales se encuentran Sam Altman, consejero delegado de OpenAI (la empresa detrás de Chat GPT); los inversores John Doerr y Tim Draper, que pasaron por compañías como Twitter, Skype o Tesla; y los fondos Babel Ventures, Artesian o Brinc.
Con todo, el desafío es titánico: de todo el algodón que se produce en el mundo, el 75% continúa siendo cultivado de forma tradicional, un 1% es reciclado y el 24% tiene algún tipo de certificado alternativo (como orgánico, Cleaner Cotton o Better Cotton), según Textile Exchange.