A Coruña, un textil de ‘pymes’ desenfocado por el titán Inditex
29 mar 2019 - 04:49
Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.
En la industria textil de A Coruña, quién más quién menos tiene una anécdota que contar que tiene como protagonista a Amancio Ortega, fundador de Inditex. A pesar de que su modelo de empresa se estudia en las mejores escuelas de negocios del planeta, Ortega tardó dos décadas en arrancarla. Y estos veinte años de prueba y error son los que están aún muy presentes entre los empresarios del sector, sobre todo porque Ortega fue el único que se desmarcó del resto y, en vez de apostar por las colecciones, la marca y el prêt-à-porter, levantó un negocio de retail.
“Es antes el resto que Inditex”, afirma con autoridad José Antonio Conde, dueño de Alba Conde y presidente de la patronal gallega Cointega. “El sector ya existía, éramos Caramelo, Nanos y muchos más, que nacimos todos juntos”, apunta el empresario, quien también hace hincapié en que la economía coruñesa fue siempre mucho más allá del textil, siendo también epicentro de otras actividades, como la construcción, la naval o la financiera.
En la actualidad, el tamaño de Inditex desenfoca la realidad de la industria coruñesa de la moda, compuesta de pymes que defienden su marca en España y el extranjero de la mano del comercio tradicional. La sombra del titán gallego de la moda es alargada, incluso en la misma patronal: de sus 33 socios en A Coruña, once corresponden a sociedades de Inditex.
En las exportaciones españolas de moda, el impacto de Inditex se hace evidente: en 2018, las ventas del sector al exterior desde la provincia de A Coruña rozaron los 6.000 millones de euros, según el Instituto de Comercio Exterior (Icex). A Coruña arrebató a Madrid la segunda posición entre las principales provincias españolas exportadoras de moda. Barcelona, donde Inditex cuenta también con infraestructura, sigue defendiendo el primer puesto.
Más sobre el terreno, el gigante de la distribución de moda también ha transformado la fisonomía de la propia ciudad. La socióloga Ana Martínez, profesora en la Universidade da Coruña, es una de las expertas que ha visualizado su impacto en una ciudad de poco más de 240.000 habitantes. En una entrevista a La Voz de Galicia, Martínez explicaba que el impacto de Inditex en el territorio no ha sido sólo económico, sino también social, estético y cultural, convirtiéndola en la ciudad de moda de Galicia, polo de atracción de gente muy joven procedente de todos los países del mundo, interesada en el diseño y la moda, que ha roto los esquemas de capital de provincias.
De hecho, el PIB per cápita de A Coruña, de 22.517 euros, es el más elevado de las cuatro provincias gallegas, mientras que su tasa de desempleo, del 10,7%, es la más baja de la autonomía, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El Ayuntamiento de A Coruña está en manos desde las últimas elecciones de 2015 del partido de izquierdas Marea Atlántica. Este partido de reciente creación le arrebató el liderazgo del consistorio al Partido Popular (PP). Inditex, no obstante, está ubicado en la localidad vecina de Arteixo, situada a tan solo quince quilómetros de distancia.
Con una población de cerca de 31.300 habitantes, el Ayuntamiento está en manos del PP. José Carlos Calvelo Martínez, un arquitecto de 45 años, es alcalde de la localidad desde 2011. Calvelo ha ganado los dos últimos comicios municipales por mayoría absoluta.
Frente al nuevo run run de la industria 4.0
A diferencia de otros territorios, la industria de la moda en Galicia no es una competencia municipal, sino autonómica. En la sede del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) en Santiago de Compostela, su director, Juan Cividanes, habla de industria 4.0, de industria colaborativa y de fashion labs. Son las nuevas tendencias en el universo industrial, el que abarca desde la automoción a la alimentación. Cividanes, procedente de una familia con arraigo en el textil, ha propuesto a la industria gallega de la moda entrar en el programa de los fashion labs para desarrollar procesos que puedan ser compartidos por varias empresas.
“El apoyo de la Administración debe venir desde arriba, nunca en forma de píldoras para cada una de las empresas”, asegura el directivo. La industria gallega del textil y de la confección es una de las que más ha sufrido en el territorio. “La reconversión en el textil fue tan dura como la naval”, sostiene la secretaria general del Igape, Covadonga Toca.
“El apoyo de la Administración debe venir desde arriba, nunca en forma de píldoras para cada una de las empresas”, asegura Juan Cividanes
Ahora, también Toca alienta al sector que permanece a anticiparse de nuevo al cambio industrial que viene: “sabemos que está ahí, también que es incierto, y continuaremos escuchando y poniendo instrumentos para subirnos a él”. Pero en A Coruña los empresarios arrugan la nariz cuando se les habla de industria 4.0. Los mismos que capearon la transformación para pasar de ser talleres a ser marca ahora deben encarar el cambio de procesos automáticos a otros digitales.
La era dorada del Galicia Moda
Ningún empresario de la confección en A Coruña, ni en el conjunto de Galicia, hubiese apostado en 1985 por el modelo de negocio que proponía Inditex. Eran los años del Programa para el desarrollo del sector textil de Galicia, también conocido como Galicia Moda, que se planteó como una estrategia de márketing para lanzar y consolidar el sector generando valor y, a su vez, creando marca país. En A Coruña se constituyó entonces la asociación Galicia Moda, que tuvo como puntas de espada marcas como Cafre, Caramelo, Vesgante, Florentino, Corteman’s, Pressmann y Unicen.
Algunos empresarios recuerdan estos días el fallecimiento el pasado febrero del publicista Luis Caraballo, una pieza fundamental en esta época, editor de la revista Galicia Moda y autor, entre otros, del popular eslogan La arruga es bella, que contribuyó a aupar a Adolfo Domínguez. En la localidad de Lalín (Pontevedra), a medio camino entre A Coruña, Orense y Vigo, Florentino Cacheda, fundador de Florentino, todavía guarda en su despacho todos los números de aquella publicación que ojea con una mezcla de nostalgia y orgullo. Su marca es la única de todas aquellas que aún se mantiene en pie.
En las últimas semanas, también Caramelo sonaba en todos los despachos, en todas las conversaciones. Había sido una de las marcas abanderadas de Galicia Moda, un símbolo de la reconversión de una industria dedicada a la confección a un sector moderno de marcas, colecciones y campañas. Quién más quién menos en el sector ha echado números en estos últimos meses para rescatarla de los juzgados y relanzarla, pero finalmente todos han terminado por descartar la idea, ya sea por el desgaste de tanto tiempo en los juzgados como por estar anclada aún a un modelo de negocio, el de una gama media que se comercializa en multimarca y grandes almacenes, que se da ya por agotado.
El adelgazamiento del canal multimarca ha dejado sin espacio comercial a las marcas gallegas que en las décadas de los ochenta, noventa e incluso principios de los dos mil cubrieron el territorio español de la mano de miles de comercios multimarca. La industria había arrancado en las décadas de los sesenta y los setenta en la confección, con pequeños talleres dispersos por el conjunto de la comunidad. Sin embargo, hubo dos factores que la agitaron: la competencia de precios de Portugal y la dificultad de soportar estructuras intensivas en mano de obra durante doce meses cuando el trabajo se concentraba en ocho.
La industria textil en A Coruña vivió su era dorada en las décadas de los ochenta y los noventa cuando sus marcas crecieron al calor del multimarca
En una primera fase, la atomización de la industria la hizo muy especializada. Había talleres que sólo hacían pantalones, otros que sólo hacían prendas de punto, otros que sólo realizaban chaquetas. El paso hacia una segunda fase implicó tener la flexibilidad de abordar una colección completa y, si se era capaz de llegar hasta aquí, el siguiente paso natural era la creación de una marca para defenderla ante el comercio. De este modo, aquel Caramelo inicial que sólo hacía gabardinas o aquel Florentino que sólo realizaba pantalones terminaron por convertirse en firmas de estilo de vida con una propuesta de total look.
Pero ya en los noventa, la expansión del canal multimarca empezó a estabilizarse y, a finales de la década, a deshincharse. Junto con la liberalización del comercio global del textil y la entrada masiva a los mercados europeos de prendas muy baratas procedentes de Asia, se extendió también el comercio monomarca, que fue tomando las principales plazas comerciales del país.
Poco a poco, los nombres de Galicia Moda fueron cayendo uno tras otro. En los últimos años, el goteo ha persistido con la caída de Montoto, Toypes y, más recientemente, Confecciones Guerral. No obstante, dos de los últimos pesos pesados de la moda gallega en caer eran precisamente de A Coruña: Viriato y Caramelo. A Viriato la rescató de la liquidación Jealfer, otra empresa coruñesa (con sede en Boiro), afianzada financieramente por la conservera Jealsa (Rianxeira). Pero el futuro de Caramelo es más incierto, sobre todo después de retirarse la oferta de la viguesa Do Rego.
Compartir ciudad con Inditex
Durante los años en los que Inditex no ha hecho más que escalar, el sector en el territorio ha continuado adelgazándose. Esta realidad es la que despierta en el sector sentimientos muy contradictorios a la hora de hablar de este titán, porque a pesar de tener al mayor grupo del mundo en este sector en casa, el resto de empresas ni siquiera va a su rebufo. Conviven en paralelo, sin tocarse. “Inditex ha hecho pequeños al resto”, señala Conde.
Sin embargo, entre el recelo y la admiración, ningún empresario del resto del textil en A Coruña quisiera a Inditex fuera del lugar. “Es riqueza para la ciudad, pero también te quita al talento”, apunta el presidente de Cointega. No obstante, de inmediato reconoce que es gracias a tener al gigante del retail de moda en casa que hay en A Coruña una escuela de diseño de moda, así como empresas de servicios capaces de montar una tienda en cualquier lugar del mundo, de realizar una auditoría, un control de calidad, de prestar servicios de atención al cliente para el ecommerce o de realizar el control de cobros en tiendas.
“Inditex ha hecho pequeños al resto”, señala José Antonio Conde
Por otro lado, junto a Inditex, en el polígono industrial de Sabón, en la localidad de Arteixo, se encuentra Jevaso, un operador logístico que deriva de la confección. Jevaso es ejemplo de estas empresas de servicios o auxiliares que han surgido alrededor de Inditex. En su caso, en vez de derivar hacia la marca y la moda, la compañía optó por hacer hincapié en los procesos de acabado.
En la actualidad, el negocio de Jevaso se apoya en la logística inversa, una derivada de la logística tradicional especializada en la gestión de las devoluciones que ha ganado un gran volumen a raíz del boom del ecommerce. La historia de Jevaso se remonta a 1983. Jesús Vázquez, cuya familia también se dedicaba al textil, inició su carrera profesional en Samlor, una de las primeras compañías de Amancio Ortega. En sus inicios, la compañía se dedicaba a la confección al servicio de las grandes empresas gallegas, que aún hoy mantiene.