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María Benjumea (Spain Startup): “Si se implican las administraciones, España puede ser Silicon Valley”

Emprendedora desde los ochenta, Benjumea lidera desde Spain Startup el South Summit, uno de los mayores eventos del emprendimiento en Europa. La experta defiende que la implicación de las organizaciones es necesaria para convertir España en un hub del sector.

Pilar Riaño / Iria P. Gestal

12 abr 2018 - 04:50

María Benjumea (Spain Startup): “Si se implican las administraciones, España puede ser Silicon Valley”

 

 

Se define como una startupera de 63 años, una patriota que cada mañana escucha la BBC y una mujer que tuvo la suerte de estar en primera fila cuando ellas eran minoría emprendiendo. María Benjumea fundó su primera empresa, Taller de Arte, en 1979, se sumó al boom de las puntocom en plena crisis con Infoempleo y lleva desde 2014 promoviendo el emprendimiento en España con Spain Startup, que organiza cada año uno de los mayores eventos del sector en Europa, South Summit. La experta defiende que la innovación es materia obligatoria para las personas y las organizaciones y cree que, cuando se convenzan también las administraciones, España podría ser el siguiente Silicon Valley.

 

Pregunta: Fundó su primera empresa en los ochenta. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Respuesta: Todo. Fundamos Taller de Arte en 1979, cuando estaba embarazada. El planteamiento no tenía nada que ver. El proyecto era muy disruptivo: un anticuario que tenía galería de arte, restauración y dábamos cursillos sobre todos esos asuntos. Era apasionante, aunque yo no tenía ni idea. Además era un momento terrorífico, en plena crisis de los ochenta, y encima éramos dos niñas. Me siento muy privilegiada por muchas cosas en mi vida, porque me ha dado la oportunidad de estar en primera fila, especialmente siendo mujer. Tengo 63 años y soy la menor de diez hermanos: a mí me educaron para casarme y tener hijos. A mis padres, que me adoraban, mis estudios le preocupaban un rábano, yo no me preparaba para eso. La transformación ha sido bestial. Viniendo de ese contexto, en 2003, con 49 años, hice un estudio en el que nos planteábamos por qué seguimos hablando del techo de cristal si ya nadie me mira con sonrisa paternalista si digo cosas interesantes y tengo todas las oportunidades a mi alcance. El resultado es que no es una cuestión de opciones: la sociedad te quiere, le interesas. Tienes todas las opciones a tu alcance, es una cuestión de decisiones. Pero es importante trabajar con la mujer. Nos unimos con la Comunidad de Madrid e hicimos un proyecto, Lidera, que se centraba precisamente en que la mujer ganase confianza en sí misma y fuera consciente de estas oportunidades.

 

P.: ¿Significa que si no hay más mujeres en puestos directivos es porque no quieren?

R.: No es tan simple como que no quieren, pero hay una parte muy importante que es decisión propia. El problema es que los mensajes que se están recibiendo es que no nos dan la cancha que necesitamos. Cuando te das cuenta, de pronto hay una ventana que se abre y dices: yo no dependo de los demás, nadie tiene que venir a solucionarme la vida, pero tengo que poner toda la carne en el asador para conseguirlo. Es un privilegio haber estado en primera fila primero como mujer, después con el boom de Internet, cuando lancé Infoempleo, y después cuando en 2012 pusimos en marcha Spain Startup con el convencimiento de que había que hacer algo, porque la gente estaba hiperdeprimida. La crisis era coyuntural, pero el cambio en el que estamos es estructural, de unas dimensiones increíbles. Y todo cambio trae oportunidades, pero las cosas se hacen de otra manera. Hay que cambiar el chip y tenemos que convencernos de que todos nosotros somos dueños de nuestro proyecto. Eso no solamente pasa con las personas, sino también con las organizaciones. Porque en un mundo como el actual, que se mueve a tal velocidad, es imposible que una empresa  pueda generar la innovación que le está demandando permanentemente el mercado al ritmo que se lo está imponiendo. Y, además, ya no es que compitan con su competencia tradicional, sino que vienen a velocidad de vértigo actores que, como empresa, no tienes ni idea de por dónde te van a salir, pero lo que está claro es que o tú te pones las pilas o te sacan del mercado.

 

 

 

 

P.: ¿Cómo puede adaptarse una gran empresa?

R.: Cuando empezamos con Spain Startup, teníamos claro que queríamos montar una plataforma de innovación y un punto de encuentro de los actores clave de este sistema. Tradicionalmente, la pareja eran start ups e inversores, pero para nosotros la corporación era el protagonista determinante por cuestión de necesidad. Y las propias empresas se están dando cuenta, a su vez, de que necesitan de la start up para poder desarrollar su negocio, esto es un win-win. La corporación está utilizando todas las vías a su alcance, y todavía está sólo empezando muy tímidamente. Lo importante es que ya hay una convicción: no pueden hacerlo ellas solas, es imposible. Ahora falta ver cómo se adaptan las estructuras a un escenario en que los muy grandes van a dejar de ser los grandes amos que imponen sus condiciones para mantener una relación con los muy pequeños. De hecho, ya se están entendiendo. Las estructuras de los muy grandes son hiperrígidas, sólidas. Las start ups son rápidas y flexibles. Menos mal que los grandes se están ya poniendo las pilas.

 

P.: ¿Entonces el mundo va a dejar de estar dominado por grandes compañías?

R.: No se trata de quién va a tener el poder, porque siempre lo van a tener los más grandes y los que saben hacer bien las cosas. Pero el juego va a ser distinto. En este momento los dos extremos se necesitan como el comer. Esa es la parte que a mí me interesa. Por un lado, están captando talento, que no es nada nuevo. Por otro, las grandes empresas se están dando cuenta de que pueden tener multitud de acuerdos que pasan por lo más básico de todo, como las relaciones cliente-proveedor a través de redes colaborativas. Lo que también está cambiando es esa mentalidad de que la empresa grande impone sus condiciones y el pequeño aún tiene que dar las gracias. Hay una transformación bestial, pero sólo estamos en pañales, aunque las bases están ya sentadas. 

 

P.: ¿Cuándo esas start ups se hagan grandes, también necesitarán de otras?

R.: Esto no tiene marcha atrás. Todo va tan rápido… Aún recuerdo cuando tuve mi primer teléfono, y ahora lo utilizo para todo. El mercado va tan rápido que por muy buenos que sean los que vienen, tienen que seguir innovando. Cuando trabajas con otros, tu mente es capaz de multiplicarse. En el sector del emprendimiento es lo mismo: en el momento en que la gente es consciente de las oportunidades que tiene, es increíble la capacidad exponencial de innovación que tenemos todos los humanos.

 

 

 

 

P.: Pero, ¿todo el mundo tiene que montar una empresa?

R.: No. Una cosa es el espíritu y otra cosa es que todo el mundo tenga que montar una empresa. Cuando se dice que uno es dueño de su proyecto significa que puede estar donde quiera: innovando en una empresa, creando una o como freelance.

 

P.: La educación empieza a enfocarse a crear empresas. ¿A alguien que sale de la universidad le recomendaría que creara una empresa?

R.: Hasta hace diez años te decían que el universitario es un horror porque lo que querían era ser funcionarios o trabajar en una gran empresa. Me parece bien que la gente tenga una experiencia previa antes de montar una empresa, pero tampoco está nada mal lanzarse al estrellato.

 

P.: ¿Qué es innovar?

R.: Bajo ningún concepto innovación es disrupción, aunque la disrupción sí es innovación. Además, la innovación no está vinculada únicamente a lo que es tecnología. Innovar es algo hiperbásico: es dar una nueva respuesta a algo. De hecho, una de las empresas que están teniendo más éxito, como Airbnb, no tiene ninguna tecnología disruptiva. Y por eso en las compañías se necesita esa forma distinta de hacer las cosas, no sólo para el negocio, sino que es necesario transformar la compañía e integrar la innovación en gestión de compras, legal, recursos humanos… Siempre somos capaces de aprender.

 

 

 

 

P.: ¿España es un buen país para innovar?

R.: En España, el cambio que hemos dado desde 2014 hasta ahora es bestial. El posicionamiento de España y de Madrid a escala europea es muy bueno. En el ránking de Start up Europe, España es el único país que tiene dos ciudades, la diferencia es que aquí la transformación se está haciendo desde abajo. La gran diferencia entre los grandes ecosistemas, Israel, Silicon Valley o Londres, no es ni el talento ni los proyectos, está en que las fuerzas vivas, los de arriba, están implicados.

 

P.: ¿Las empresas o la administración?

R.: Primero, la administración. Las empresas se están ya implicando, y por supuesto son parte del cambio, pero todavía más fuerzas vivas son la administración y, sobre todo, los políticos. No voy a dejar de luchar, aunque me queme cada vez, para que se convenzan de que esta es la base actual de la economía. No tenemos ni idea de cuál va a ser el modelo, pero sí sabemos que el talento que trae esta gente que tiene la mente muy abierta es la base de la economía. Hay que apoyar que esto se desarrolle. Y las compañías tienen que trabajar también para la consolidación de este sistema, porque cuanto más lo apoyen más van a multiplicar la escalabilidad, que más gente esté convencida de que puede hacerlo. Los políticos tienen que darse cuenta de esto, flexibilizar los procesos y ser los mejores embajadores de sus empresas. Que cuando se hagan los viajes comerciales vayan también estas start ups potentes. En Israel, por ejemplo, las start ups son tan buenas como las nuestras, la diferencia es que ellos lo venden bárbaramente.

 

P.: ¿Por qué el emprendedor está bien visto y el empresario no?

R.: Esto está cambiando. Quiero creer que hoy en día no hay esa connotación negativa hacia el empresario. Sí la hay hacia la corrupción y todo lo negativo que se ha podido visualizar, pero hacia la gente que se lo curra y sigue para adelante, no.

 

 

 

 

P.: Compañías que facturan un millón de euros levantan cincuenta millones. ¿Nos hemos vuelto locos?

R.: No, es que se les ve gran potencial para no facturar un millón sino mil. La gente no pone su dinero alegremente. Está claro que a veces los inversores se equivocan, por eso es importante flexibilizar las medidas para los business angels, que pagan un tipo impositivo bestial para el riesgo que corren. Pero al final se invierte por el potencial y por el equipo que hay detrás.

 

P.: ¿Recomendaría a un emprendedor abrir el capital?

R.: Que lo haga cuando lo necesite y cuando de verdad haya conseguido darle valor a lo que está haciendo. Hay proyectos que desde el primer momento van a necesitar de inversión, proyectos científicos o más técnicos que son muy intensivos en inversión. Si tú crees en tu proyecto y tienes capacidad de mantenerte, porque si emprendes olvídate de ser el sustento de tu familia, entonces adelante. Cuanto más capacidad de aguante tengas más podrás poner en valor
tu activo. 

 

P.: ¿La moda es un sector innovador?

R.: La moda por sí misma sí, por el componente de diseño. En cuanto a su ritmo de adaptación a la innovación abierta, la moda se está adaptando, pero no ha sido de los más disruptivos. Desde el primer momento me ha sorprendido, por ejemplo, el sector de las infraestructuras, que sí ha sido muy disruptivo. Pero hay otros, y entre ellos se encuentra la moda, que no han visto tanta necesidad de innovar.

 

 

 

 

P.: La moda tiene barreras de entrada bajas, pero mucha competencia. ¿Recomendaría emprender en él?

R.: Todo pasa por que cada emprendedor encuentre su nicho. Fíjese en los chicos de Pompeii, que no tenían ni idea del sector y se montaron una empresa de zapatillas. Nunca recetaría a nadie no meterse en un sector porque es competitivo. Lo que es importantísimo es la gente que hay detrás y cómo te rodeas. El equipo es la clave, junto con cómo te diferencias y sabes enganchar a la gente. Tengo un amigo que siempre dice que si no vende no vale. Para emprender no hay normas, y hoy todavía menos. Hay gente que es muy buena identificando proyectos y oportunidades, pero quizás no ejecutándolos. Para dar el paso de una pequeña empresa a una grande necesitas la solidez de una estructura, y hay mucha gente que es buena en la primera fase y se dedica a crear empresas, aunque luego las gestionen otros.

 

P.: Si la clave está en pasar de start up a gran empresa. ¿Dentro de veinte años en España habrá un Silicon Valley?

R.: A mí me encantaría que eso pasara y creo que con la
gente tan extraordinaria que hay en nuestro país, si de verdad hay una apuesta de esas fuerzas vivas, claramente podemos hacerlo. Tenemos gente buenísima. Si lo que tenemos ahora se ha conseguido trabajando de abajo a arriba, imagínese cuando la administración tome medidas. Vamos a ir todos por ello.