La familia Zamácola busca su salida de Neck&Neck y estudia la venta de la marca
La compañía de moda infantil, que llegó a facturar más de 25 millones de euros y a contar con más de 200 puntos de venta, echó a andar en 1990 en Marbella y pasó a manos de la familia Zamácola en 1999.
20 jul 2022 - 05:00
La familia Zamácola busca una nueva vida para Neck&Neck. Los propietarios de la compañía de moda infantil, una de las mayores de España en su sector, han comenzado la búsqueda de distintas opciones para la compañía, incluyendo un potencial comprador para la marca que controlan desde 1999, según han explicado desde la empresa a Modaes.
Neck&Neck mantiene desde hace meses negociaciones abiertas con operadores del sector y con fondos de inversión para vender su unidad productiva, que se compone de dos naves logísticas y la marca.
La decisión se toma después de dos años marcados por la pandemia, en los que la empresa no pudo acceder a préstamos respaldados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) ni otras ayudas públicas porque acababa de refinanciar su deuda a finales de 2019, justo antes del estallido del Covid-19.
Neck&Neck mantiene doce tiendas abiertas a pie de calle
La empresa mantiene una red de 18 corners en El Corte Inglés (aunque en proceso de reducirlos) y doce tiendas a pie de calle. La plantilla se compone de seis personas en central y el personal de tienda. Javier García San Miguel, director general del grupo desde 2017, ha abandonado la empresa este año.
Neck&Neck echó a andar en 1990 de la mano de unos amigos de la familia Zamácola procedentes de Pamplona, pero afincados en Marbella, y en 1993 abrió su primera tienda. A finales de la década, la empresa facturaba ya 1.600 millones de pesetas, empleaba a 319 personas y contaba con doce talleres de tejidos y confección en Andalucía.
En 1999, la familia Zamácola, que ya controlaba el 50% del capital, tomó el control de la compañía y comenzó un acelerado proceso de expansión con tiendas que le llevó a contar con más de 200 puntos de venta en todo el mundo.
La plantilla actual de la empresa se compone de seis personas en central, además del personal de tienda
En 2019, la empresa trazó un plan estratégico a cuatro años apalancado en el reposicionamiento hacia una categoría de producto medio-alta. La marca contaba entonces con un precio medio de 45 euros (compitiendo con marcas como Nícoli o Gocco) y el objetivo era elevarlo hasta 75 euros por prenda.
La compañía también comenzó entonces una reorganización de su red de tiendas (pasando de 95, incluyendo corners, a 60 puntos de venta) e impulsó el canal online, que aportaba entonces el 17% de la facturación. El objetivo era regresar a la rentabilidad en 2019, aunque con una facturación similar a la de 2018, que fue de 16 millones de euros.
Pero la pandemia truncó los planes. La compañía canceló las subidas de precios, aceleró el ajuste de la red de tiendas (hasta 55 puntos de venta) y aplazó los planes de expansión internacional.
En marzo de 2020 firmó un acuerdo con la banca acreedora para refinanciar la deuda, gracias al apoyo de la familia Zamácola, pero eso le costó no poder luego acceder a los créditos avalados por el ICO. A finales del año pasado, la compañía presentó un expediente de regulación de empleo (ERE) y la familia tomó la decisión de comenzar la búsqueda de un comprador para salir del proyecto, pero dándole continuidad a la marca.