‘Slowbalisation’, el nuevo episodio de la economía mundial
Tras la pandemia, la guerra aún ha sumado más presión al proceso de descenso de la integración global y dibuja dos bloques, llevando a un comercio “dirigido” a medio camino entre libre comercio y proteccionismo.
21 mar 2022 - 04:55
El péndulo vuelve a oscilar. Tras años de enfriamiento de la globalización, la guerra en Ucrania ha congelado el proceso de integración del tablero mundial. Aunque las sanciones impuestas a Rusia desde los países occidentales no supongan un gran impacto a la economía global por si mismas, aceleran la corrosión de la globalización que ya se había iniciado.
La guerra va a provocar que el mundo crezca un punto porcentual menos en 2022, mientras que el coste para la eurozona será de 1,4 puntos porcentuales de crecimiento neto, según las primeras estimaciones realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Además, añadirá 2,5 puntos porcentuales a la inflación ya desbocada.
“Justo cuando la economía mundial parecía salir de dos años de crisis por la pandemia del coronavirus, una guerra brutal y devastadora ha irrumpido en Europa”, lamentó Larence Boone, economista jefa de la organización, durante la presentación del informe Evolución de los impactos económicos y sociales e implicaciones políticas de la guerra en Ucrania. La propia organización aboga por replegar la economía y minimizar la dependencia de Rusia.
Según apunta el director del think tank estadounidense Peterson Institute for International Economics (Piie), Adam Posen, la guerra se suma a dos tendencias que se habían ido desarrollando los últimos años. La primera, el populismo y los nacionalismos que han erigido barreras en el libre comercio, la inversión y la circulación de personas, aunque lo que ha hecho tambalear el orden hegemónico tras la caída del Muro de Berlín ha sido el ascenso de China.
Dibujándose como un país hegemónico, la República Popular China ha desafiado el sistema económico internacional basado en normas y antiguos acuerdos con la creación, según sostiene Posen, de Piie. “China está formando instituciones internacionales alternativas como bancos de financiación desde hace ya una década”, explica el catedrático de economía en la Universidad de Barcelona Juan Tugores.
“El populismo y los nacionalismos han erigido barreras en el libre comercio, la inversión y la circulación de personas”
Ahora, la guerra da una escusa más a los países para cerrarse. “El daño que las sanciones están causando a la economía rusa y los costes que tendrá que acarrear Europa central si Rusia corta el gas como respuesta puede provocar que los gobiernos busquen la autosuficiencia y se desvinculen de las conexiones económicas”, apunta Posen.
Además, Tugores apunta que la expulsión de Rusia del sistema Swift ha puesto una piedra más en el nuevo muro, ya que el país euroasiático mirará a Oriente para la creación de un nuevo sistema. “China junto a otros países emergentes nos van a sustituir”, añade el economista. Con ello, el yuan va a aspirar a competir con el dólar como divisa internacional. “Que el dólar no tenga por qué ser la moneda única para hacer transacciones internacionales ha sido la obsesión de China”, añade Tugores.
El acercamiento entre China y Rusia pudo verse el pasado 4 de febrero en Pekín, antes de la escalada bélica en Ucrania, cuando el presidente ruso, Vladimir ruso, y el de china, Xi Jinping se reunieron durante los Juegos Olímpicos de invierno. La visita del Kremlin fue una de las pocas que recibió Xi en un evento afectado por el boicot diplomático internacional.
Entonces, ambos mandatarios firmaron una declaración conjunta en la que se oponían a la ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y otras alianzas militares en el Pacífico como la de Aukus, que agrupa Australia, Reino Unido y Estados Unidos. En el documento, ambos se comprometieron igualmente a incrementar la cooperación ante lo que consideran “injerencias extranjeras” y aseguran que “no hay áreas prohibidas de cooperación”.
“No se trata de volver a economías cerradas, sino pasar de un libre comercio a un comercio dirigido”, afirma Tugores
A pesar de la marcha atrás en la integración mundial y la creación de un frente a Estados Unidos, el economista asegura que no se regresará a un sistema bipolar puro como el que se vivió durante la Guerra Fría. “China no es la Unión Soviética; quiere ascender al liderazgo mundial de forma gradual sin romper la baraja”, argumenta Tugores.
El economista apunta que a las principales potencias les conviene mantener un mínimo de cooperación, pero se ha pasado de un proceso de hiperglobalización, emprendido en la década de 1990, a uno de slowbalisation: una fase más lenta. “No se trata de volver a economías cerradas, sino pasar de un libre comercio a un comercio dirigido, algo a medio camino entre el libre comercio y el proteccionismo”, afirma el economista. “Se trata de volver a buscar el equilibrio: pasamos de una economía de dos bloques a una hiperglobalización y ahora el péndulo vuelve a oscilar”, asegura.
Desde Estados Unidos y Europa ya se están produciendo episodios de recolocación empresarial y optando por traer las fábricas de vuelta, aunque Tugores también apunta que la tecnología está jugando un papel principal en el cambio. “Un robot aún sale más barato que un trabajador en Bangladesh”, ironiza. A ello se le suma un componente de sostenibilidad.
Para el think tank norteamericano, la creación de estos bloques, aunque no sean puros, llevará a una menor innovación y una ralentización de la economía. “Si las compañías chinas y estadounidenses dejan de competir entre ellas es más fácil que se vuelvan ineficaces y que los consumidores tengan una menor gama de productos sobre la que elegir”, afirma. Además, las cadenas de suministro mundial se estrecharán, dejando de lado países menos fiables o políticamente inestables. Así, los países en vías de desarrollo se pueden ver obligados a elegir bando, lo que reduce sus posibilidades de crecimiento.