Entorno

Trump, Año 1: la amenaza incumplida del proteccionismo

El presidente estadounidense celebra el primer año desde su elección sin haber llevado a cabo ninguna medida proteccionista significativa, aunque con un discurso contrario a la globalización.

Iria P. Gestal

6 nov 2017 - 04:58

Trump, Año 1: la amenaza incumplida del proteccionismo

 

 

Sin muro con México, pero también sin TPP ni Ttip y con el Tlcan sobre la mesa. Hace un año que el mundo topó con que el despacho oval de la Casa Blanca tendría como inquilino a Donald Trump, un outsider que prometió hacer América grande de nuevo cerrando fronteras y plantando cara a todo lo que no viniera del país de las barras y las estrellas. Doce meses después, los actos todavía no han estado a la altura de las promesas, pero el discurso proteccionista del presidente de la primera potencia mundial continúa amenazando con poner en jaque la globalización.

 

Trump llegó a la Casa Blanca sin mayoría en votos, pero con el apoyo de la mayor parte de los llamados fly over estates, la América profunda que se extiende en el vasto territorio entre las dos costas.

 

El republicano supo capitalizar el descontento de la clase media y baja del país que perdió su empleo cuando los puestos de trabajo se deslocalizaron a China o México, y lo hizo con la promesa de cerrar Estados Unidos al mundo.

 

“Trump se llevó los votos de una clase media empobrecida y que estaba rebotada con Barak Obama con la promesa del proteccionismo”, explica Raquel Insa, profesora de la Facultad de Economía y Empresa en la Universidad de Barcelona (UB). Según la experta, el entonces candidato a la Casa Blanca sabía no lo podría llevarla a cabo porque ni las empresas no estarían dispuestas a encarecer sus costes ni tampoco los propios consumidores a comprar más caro.

 

El proteccionismo de Trump es como el gato de Schrödinger: no se puede saber si está vivo o muerto hasta que no esté abierta la caja. Y Trump no la ha abierto todavía.    

 

 

 

 

 

 

Sólo en sus primeros cien días como presidente, Trump decretó un veto migratorio para siete países de mayoría musulmana, firmó un decreto que favorecía las deportaciones masivas y retomó la ofensiva bélica en Oriente Próximo con un bombardeo en Shayrat.

 

En materia comercial, sin embargo, el avance ha sido a dos velocidades. Los expertos coinciden en que Trump no está siendo, al menos de momento, un presidente decididamente proteccionista. “Promete más de lo que realmente lleva a cabo”, señala Insa, quien apunta que la dinámica del día a día de los ciudadanos estadounidenses contrasta con estas políticas: “como ciudadanos votan proteccionismo, como consumidores compran a través de Amazon artículos más baratos, procedan de donde procedan”.

 

Sus medidas más radicales han sido con acuerdos que todavía no estaban firmados, mientras que el Tlcan se ha puesto a revisión pero no ha sido cancelado y el border adjustment tax ha terminado saliendo de la agenda de los republicanos. En general, el proteccionismo se ha quedado en titulares incendiarios (pero de no tanto impacto económico) propios de un presidente adicto a Twitter y obsesionado con los medios.

 

Trump, que había hecho de su oposición al libre comercio una de sus banderas electorales, firmó en sus primeras semanas en la Casa Blanca una notificación de salida del acuerdo de libre comercio de Asia Pacífico (TPP, en sus siglas en inglés), la alianza estrella de Barack Obama.

 

El acuerdo, que incluye a once países de la cuenca del Pacífico, estaba llamado a generar la mayor región de libre comercio del planeta. Trump también congeló los contactos para la negociación de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (Ttip), que Estados Unidos y la Unión Europea llevaban negociando desde 2014.

 

El tercer acuerdo cuestionado por Trump es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), que incluye a Estados Unidos, México y Canadá y que el presidente calificó como el “peor acuerdo del mundo”. Si bien al principio de su mandato el presidente se planteó suspenderlo, actualmente el acuerdo está siendo revisado.

 

Las renegociaciones ya están pasando factura a la economía canadiense, que alertó en sus previsiones de cierre del ejercicio de la incertidumbre “sustancial” por la renegociación del acuerdo, y sobre todo a la mexicana, pero, por ahora, su suspensión no está sobre la mesa. Sin embargo, la profesora de la UB subraya que a Estados Unidos la renegociación le está beneficiando con incrementos de sus exportaciones a Canadá y México.

 

 

 

 

 

 

Una de las medidas más polémicas y cuestionadas por la industria de la moda fue el border adjustment tax, un arancel que pretendía estimular la producción local en Estados Unidos y al que se opusieron en bloque todas las grandes empresas y patronales de la moda del país. Finalmente, los republicanos decidieron en julio poner el proyecto en stand by.

 

El presidente sí ha dado pasos adelante con otras dos medidas que, sin embargo, no tienen impacto para la industria de la moda: el requerimiento de que la mitad de todo el contenido libre de impuestos para los coches en Estados Unidos provenga del país y una orden ejecutiva para promover el uso de productos estadounidenses en los contratos para proyectos financiados por el Gobierno federal.

 

Trump también ha cerrado fronteras en materia medioambiental (retirando a Estados Unidos del Acuerdo de París) e inmigratoria, con el veto y aprobando un decreto que favorece las deportaciones masivas. Sin embargo, su promesa estrella, el muro con México, sigue todavía en el aire.

 

“No construirá ningún muro, por ejemplo, pero para demostrar que cumple con lo dicho, sí hará nuevas murallas sobre muros que ya existen en la frontera con México desde los setenta”, apunta Insa. “No obstante, mientras habla del muro, ha conseguido reducir en un 60% la llegada de inmigrantes ilegales”, añade.