Un Mundo en Transformación: África, prueba de fuego para ser (por fin) mercado de futuro
La inestabilidad, la corrupción, las infraestructuras y economías poco diversificadas son todavía los palos en las ruedas del desarrollo económico en la eterna promesa del mundo.
26 feb 2019 - 04:51
El tablero de juego del negocio de la moda ha dado un vuelco. La herencia de una crisis, la inestabilidad, el auge de movimientos populistas, los intentos de dar marcha atrás a la globalización y la amenaza de ralentización de la economía global han hecho fracasar uno a uno casi todos los pronósticos. El mundo está en transformación, y la moda, como actor global, debe adaptarse y transformarse con él. Modaes.es recorrerá, a lo largo de una serie de reportajes, las claves del nuevo orden en los principales mercados para el sector y cómo este puede afectar a uno de los negocios más globalizados del planeta.
África no termina de despegar. El continente más pobre del planeta es también la eterna promesa del globo, pero sus economías avanzan al ralentí y con grandes desigualdades en su vastísimo territorio, con una superficie que supera a la de Europa y Sudamérica juntas. África deberá todavía salvar grandes desafíos, de la inestabilidad política a la dependencia de algunas de sus potencias del petróleo, para llegar a ocupar el papel que tanto tiempo lleva reclamando en el tablero global.
La mayor de ellas es quizás cómo gestionar una población en expansión como nunca se ha visto en la historia. El continente sigue multiplicando las tasas de fertilidad del resto del planeta, aunque también aquí están menguando, y se prevé que su población se duplique en las próximas cuatro décadas, pasando de los 1.200 millones de habitantes que suma hoy a más de 2.500 millones en 2050, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En las décadas siguientes, el número de habitantes del continente volverá a multiplicarse por dos, hasta alcanzar 4.500 millones en 2100. Gran parte de este incremento se deberá a su país más habitado, Nigeria, que se convertirá en el tercero más poblado del mundo en 2050 y alcanzará casi 800 millones de personas en 2100.
Esta explosión poblacional es la que sustenta, en parte, las grandes esperanzas que hay puestas en el continente: por un lado, lo convierte en un suculento mercado de consumo; por otro, en un atractivo mercado laboral.
África es, sólo por detrás de Asia, el continente que más crece del mundo, con un alza del 3,9% en 2019, según las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sólo en la última década, más de 30 millones de hogares han dado el salto a la clase media, hasta sumar más de 90 millones de familias.
Además, el continente se está urbanizando rápidamente: sus ciudades albergan en torno al 40% de su población, y de las treinta urbes que más crecerán hasta 2035, 21 están en territorio africano.
Veintiuna de las treinta ciudades que más crecerán hasta 2035 son africanas
Para la industria, África es un creciente mercado de mano de obra joven mientras Asia envejece. En 2035, el continente tendrá más población en edad de trabajar que India o China, según el informe Africa: Mapping new opportunities for sourcing, elaborado por McKinsey.
Sus costes de producción son, además, similares a los de muchos países asiáticos y la productividad de países como Sudáfrica duplica a la de China, según el mismo informe. Por otro lado, en las últimas décadas el continente ha reforzado sus lazos comerciales y sus cuatro tratados de libre comercio (Comesa, Gafta, Eac y Sadc) cubren ya la mitad de la superficie africana.
Con todo, hay grandes desafíos que impiden un mayor desarrollo del continente tanto como mercado de consumo como polo de aprovisionamiento. En concreto, McKinsey subraya tres: las infraestructuras, la economía y el talento.
En primer lugar, las infraestructuras como la energía, tecnologías de la comunicación o las carreteras están infradesarrolladas en gran parte del continente. La penetración de Internet ronda el 20% (aunque es mayor en países como Kenia y Marruecos, y menor en Etiopía y Mozambique) y, si bien el uso de la telefonía móvil se ha extendido rápidamente, la posesión de smartphones es todavía baja.
Otras de las barreras son de carácter económico. Los elevados aranceles al comercio con occidente contrarrestan los bajos costes de producción y las divisas de la mayoría de los países subsaharianos han perdido valor frente al dólar. La tasa de bancarización, por su parte, es muy baja, aunque ya han surgido plataformas móviles que permiten realizar transferencias sin necesidad de tener una cuenta bancaria.
Por último, aunque los costes laborales son bajos, la tasa de escolarización es también muy inferior que en otros polos productivos de bajo coste. En el África subsahariana, la tasa de escolarización post-secundaria se sitúa en el 6%, frente al 26% de la media global, y más de 20.000 profesionales abandonan el continente cada año para trabajar fuera de África.
Economía: diversificar para seguir creciendo
En su conjunto, África crecerá un 3,9% este año, frente al 3,4% del año pasado, según el FMI. El organismo divide sus predicciones en tres grandes regiones: el África subsahariana, el norte de África (que agrupa con Oriente Próximo, Afganistán y Pakistán) y Sudáfrica.
Para el norte de África, el FMI anticipa avances del 2,4% en 2019 y del 3% en 2020, mientras que para el África subsahariana las proyecciones apuntan a un crecimiento del 3,5% en 2019 y del 3,6% en 2020. Con todo, la evolución será muy desigual entre países: mientras Angola y Nigeria vieron revisadas a la baja sus expectativas por la moderación de los precios del petróleo, casi un tercio de las economías crecerán por encima del 5% en el próximo bienio.
Por último, para Sudáfrica, una de las economías más desarrolladas del continente, las previsiones son de un alza del 1,4% este año y del 1,7% el que viene. El país es la segunda mayor potencia africana, por detrás de Nigeria y por delante de Egipto, Argelia, Angola y Marruecos.
Entre los grandes retos para el desarrollo económico del continente se encuentran diversificar las fuentes de generación de riqueza (hoy muy dependiente de los recursos naturales) y la estabilidad económica, lastrada por la falta de desarrollo democrático en algunas de sus grandes potencias.
Los países africanos están compensando estas debilidades con intentos de integración. En este sentido, el año pasado 44 países africanos firmaron un acuerdo para crear una zona de libre comercio en el continente, aunque la ausencia en el pacto de Nigeria y Sudáfrica, sus dos mayores potencias, minimiza su impacto.
También el año pasado, el G-20 puso en marcha la iniciativa Pacto con África (Compact with Africa, en inglés) con el objetivo de acelerar la inversión en el sector privado y crear puestos de trabajo en el continente.
“La idea central que sustenta el Pacto es sencilla: crear una plataforma para una mejor coordinación entre los países africanos, los organismos internacionales y los socios bilaterales del G-20 para respaldar reformas económicas, empresariales y financieras que atraigan inversión privada”, explicaba Christine Lagarde en un artículo publicado a finales del año pasado en el blog del FMI, que apoya el proyecto.
‘Boom’ demográfico: ¿un error de cálculo?
Pero, ¿y si las proyecciones demográficas, clave para las estimaciones de crecimiento económico, están equivocadas? Algunos expertos ya apuntan a que las predicciones de la ONU podrán estar fallando en hasta 2.500 millones de personas.
Según un artículo publicado por The Economist en enero, que recoge las predicciones de Wolfgang Lutz, del International Institute for Applied System Analysis, el organismo podría estar subestimando el impacto que la elevada urbanización y el aumento de la escolarización podrían tener en la caída de la fertilidad.
En este sentido, y considerando un descenso de la tasa de fertilidad mayor a la prevista por la ONU, Lutz estima que África sumará 2.900 millones de personas a finales de siglo, 1.500 millones de habitantes menos de lo que anticipan los modelos predictivos de la ONU. Un avance mayor de lo estimado en la escolarización podría dejar las proyecciones de población en 2.000 millones de habitantes en el mismo periodo.
Este error de predicción permitiría un crecimiento económico más sostenible, restando presión para la expansión del mercado laboral y de las infraestructuras, ya hoy infradesarrolladas para hacer frente al crecimiento demográfico en países como Nigeria.
2019: año clave en las urnas
Mientras África aborda sus desafíos económicos, el continente se jugará este año su futuro en las urnas. Hasta catorce de sus países se enfrentarán este año a comicios generales o presidenciales, aunque en gran parte de las economías todavía rigen regímenes dictatoriales y las elecciones serán un mero trámite.
Entre los países que acuden este año a las urnas se encuentran las dos mayores potencias africanas: Sudáfrica y Nigeria. En Sudáfrica, está en juego el apoyo al Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés), el partido que ha gobernado el país desde las primeras elecciones democráticas en 1994.
El presidente de Sudáfrica es, desde febrero del año pasado, Cyril Ramaphosa, quien fue elegido para reemplazar en el cargo a Jacob Zuma tras su renuncia. Ramaphosa se enfrentará este año a unas elecciones parlamentarias en las que deberá lograr el apoyo necesario para llevar a cabo un paquete de reformas con el que volver a estimular la economía. Los comicios serán una prueba clave para el ANC, que ha perdido apoyo en las últimas elecciones.
Por su parte, los nigerianos acudieron a las urnas el pasado sábado para elegir nuevo presidente. El cargo lo ocupa desde 2015 Muhammadu Buhari, del partido All Progressives Congress (APC), quien relevó al People’s Democratic Party, que llevaba en el poder desde 1999.
Cuatro años después, la esperanza que aupó al poder a Buhari ha desaparecido y su apoyo ha caído por debajo del 50%. La percepción generalizada es que la economía del país depende más de la evolución de los precios del crudo que de quien ocupe el sillón de mando.
En este contexto, los nigerianos acudieron el pasado sábado a votar, en una jornada marcada por varias explosiones y tiroteos atribuidos al grupo yihadista Boko Haram en el noreste del país y en la que varias asociaciones civiles denunciaron incidentes violentos con hasta 16 muertos.
Buhari, que se muestra convencido de que revalidará el cargo en estos comicios, se juega la presidencia contra Alhaji Atiku Abubakar, vicepresidente y candidato del People’s Democratic Party (PDP).