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V. Garrido (IndustriAll): “Las marcas pueden presionar para mejorar las condiciones laborales”

El secretario de Acción Sindical Internacional de CCOO, Víctor Garrido, analiza el poder que tienen las empresas de la moda para garantizar que se cumplan salarios mínimos a través de compromisos de compra a gran escala.

V. Garrido (IndustriAll): “Las marcas pueden presionar para mejorar las condiciones laborales”
V. Garrido (IndustriAll): “Las marcas pueden presionar para mejorar las condiciones laborales”
Víctor Garrido, secretario de Acción Sindical Internacional y coordinador de Acuerdos Marco Globales de CCOO.

Celia Oliveras Castillo

6 jun 2024 - 05:00

“Las empresas tienen mucho margen de actuación”, asegura el secretario de Acción Sindical Internacional y coordinador de Acuerdos Marco Globales de CCOO, Víctor Garrido. Los últimos esfuerzos de los sindicatos internacionales para mejorar las condiciones laborales en países como Bangladesh, Pakistán o Camboya se han centrado, de hecho, en lograr el compromiso de las empresas europeas a ejercer presión sobre los dueños de las plantas. Las grandes marcas acumulan gran parte del volumen de prendas que se producen en estos países, y a través de acuerdos como el ACT (Acción, Colaboración y Transformación), las empresas se comprometen a seguir prácticas de compra responsables que garanticen salarios mínimos vitales a los trabajadores.

 

Pregunta: Se acaban de cumplir 10 años de la campaña Who made my clothes, ¿cómo ha cambiado la situación en este tiempo?

Respuesta: Ha habido una transformación en el sector. El desastre del Rana Plaza, un accidente sin precedentes, fue una negligencia del empresario y de las marcas que producían allí, y a día de hoy está considerado como un homicidio industrial que hizo que la opinión pública pusiera en evidencia las prácticas laborales mundiales en el sector. Ese accidente ha cambiado la configuración mundial del sector, especialmente porque ha aumentado la apuesta por la responsabilidad social y ambiental, y hemos conseguido que, a través de los sindicatos internacionales y locales, se garantice un primer acuerdo por cinco años para elevar la seguridad en los edificios en Bangladesh. Ahora se está empezando a firmar un acuerdo similar en Pakistán y vamos a seguir trabajando para que se extienda a otros países.

 

P: A una década de entonces, ¿podría volver a pasar hoy en día una catástrofe como la del Rana Plaza?

R: Claro que sí, si no se garantizan las condiciones laborales de seguridad, puede volver a suceder. Sólo en el caso de Pakistán, por ejemplo, sólo en 2012 murieron 255 personas en un incendio, debido a los continuos apagones y problemas de electricidad que hay en el país. Entre 2021 y 2022, además, se han producido más de treinta accidentes evitables en diferentes fábricas del país. Y este tipo de accidentes pueden ocurrir también más cerca, como en Marruecos y Tánger, donde también se tiene que trabajar para mejorar las medidas de seguridad, ya no es sólo una cuestión de salarios, sino de garantizar la vida.

 

 

 

 

P: ¿Cuál es el margen de actuación de las marcas en fábricas que no son de su propiedad?

R: Mucho. He estado en fábricas donde entre el 70% y el 80% de la producción estaba destinada exclusivamente a marcas españolas, y si estas dejan de comprar sus productos, perderían gran parte de su trabajo. Las empresas tienen mucho margen. Es verdad que hay otras donde quizá este porcentaje es más bajo, y otras que están controladas por tres o cuatro marcas, que conjuntamente pueden hacer mucha presión, ya no sólo en términos de salario, sino para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

 

P: ¿Cómo van a hacer frente los productores a las nuevas inversiones necesarias en sostenibilidad y derechos laborales sin que esto afecte a los salarios y condiciones de trabajadores?

R: Debemos trabajar en el ACT (Acción, Colaboración y Transformación). Este acuerdo, que surgió antes de la pandemia, pasa por garantizar un salario mínimo vital y vincular este con prácticas de compra responsable por parte de las empresas. Aunque ahora mismo sólo hay 22 marcas que se han adherido, estas tienen que asegurar un salario mínimo vital que pueda garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores a través de su compromiso de seguir comprando en estas fábricas a largo plazo. El objetivo del ACT es que haya acuerdos aplicables en toda la industria, y conseguir vincular los salarios de los trabajadores a las prácticas de compra en países como Turquía, Bangladesh y Camboya, para que los proveedores paguen el salario negociado y permitan la negociación y asociación de los trabajadores.

 

P: A este mix se le añade, además, la crisis climática, que afecta especialmente a países en el sudeste asiático, ¿es un asunto olvidado cómo afecta la subida de temperaturas o inundaciones a los trabajadores?

R: No está olvidado. Y, de hecho, está dentro de los parámetros para hacer un cambio justo en el sector y que los proveedore garanticen esta cuestión. Sin embargo, en el propio Bangladesh, por ejemplo, se dan movimientos migratorios por los que, a causa de las inundaciones, gran parte de la población de mueve de una parte a otra de la capital casi anualmente, lo que conlleva grandes problemas. Hay que seguir trabajando en impactar donde podamos y trabajar con los sindicatos del país.

 

 

 

 

P: ¿Cuáles son las principales negociaciones que se están llevando a cabo hoy en día?

R: Tenemos el ACT encima de la mesa en Camboya, y estamos trabajando para ampliar el Accord a Pakistán, lo que permitirá extender las mejoras en las condiciones de trabajo a otros países. También seguimos trabajando en los planes EIS (Employment Injury Scheme) en Bangladesh para garantizar un sistema de protección social en caso de accidentes laborales. Todo esto se suma a los acuerdos marco globales que hemos firmado y que pasan por llevar a cabo visitas a fábricas, formaciones a los trabajadores, reuniones entre proveedores, trabajadores y sindicatos, etc., que se están firmando con las empresas. La cantidad de empresas, sin embargo, aún es insuficiente. En España apenas cuatro empresas han firmado estos acuerdos, son las importantes, sí, pero son demasiado pocas.

 

P: La moda está siendo cada vez más regulada, también en términos de derechos humanos, ¿cómo estará organizada la cadena de suministro en el futuro?

R: Ahora mismo esto dependerá de cómo sale la Due Diligence, la normativa europea de la que ahora hay que hacer una trasposición en cada país. Las cadenas de suministro están cambiando, pero para mí lo más importante es la participación de los trabajadores en estos cambios, que son en los que impacta directamente el trabajo de las marcas. Las condiciones de la cadena van a mejorar, y aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, estas legislaciones ayudan sobre todo en Europa. Ahora sólo espero que, Estados Unidos, por ejemplo, también comience su propio proceso, porque las marcas de allá todavía no han firmado el Accord, pero se están beneficiando al utilizar las mismas plantas que las empresas europeas.