Lina Mascaró, la estratega que dio dimensión global al grupo familiar
La ejecutiva asumió la dirección comercial del Grupo Mascaró y ha sido el motor que ha impulsado el desarrollo de la marca y su expansión.
31 dic 2017 - 11:54
De su infancia en la fábrica familiar a asumir la dirección comercial de uno de los mayores grupos de calzado de España, la vida de Lina Mascaró ha estado vinculada a la de su apellido, una de las sagas más prolíficas del negocio de la moda en España. Mascaró ha sido finalista de El Protagonista del Año 2017.
La directiva, miembro de la tercera generación de la compañía familiar, ha sido uno de los motores de la transformación de Grupo Mascaró: de producir a distribuir, de artesano a marca, y de empresa familiar a la profesionalización.
Licenciada en Económicas por la Universitat de les Illes Balears (UIB), Lina Mascaró se incorporó a la empresa familiar a finales de la década de los noventa, cuando se sumó también su hermana, Úrsula. Bajo las riendas de su padre, Jaime Mascaró, Úrsula se puso al frente de la dirección creativa del grupo de calzado, mientras que Lina asumió la dirección del departamento comercial. Si su padre convirtió un pequeño taller de bailarinas en un referente del calzado made in Spain, la tercera generación abrió una nueva etapa de expansión en la compañía creando marca, impulsando su desarrollo internacional y siendo pionera en tejer una red propia de retail.
Los orígenes de Grupo Mascaró se remontan a 1918, cuando los hermanos Pedro (conocido como mestre Perico) y Antonio Mascaró pusieron en marcha un taller artesanal de zapatillas de ballet en Ferreries (Menorca) bajo el nombre de Zapatillas Ferreries. Jaime Mascaró, hijo de Pedro, y Joan Mascaró, hijo de Antonio, tomaron más tarde las riendas de la compañía familiar y transformaron el taller en una fábrica de calzado, que fue la semilla de lo que hoy es Grupo Mascaró. Los caminos de los dos primos terminaron separándose: Joan Mascaró mantuvo Zapatillas Ferreries, la empresa original, y la rebautizó como Calzados Ferreries, hasta que se jubiló con sesenta años, mientras que Jaime fundó en 1980 el grupo Jaime Mascaró, que terminaría absorbiendo la compañía de Joan. La empresa se volcó en la construcción de una marca fuerte con la que lanzó diferentes firmas, como Úrsula Mascaró, profesionalizó su equipo y emprendió el salto al retail bajo el rótulo de Pretty Ballerinas, un guiño a los orígenes del grupo.
El lanzamiento de esta última marca, impulsada por Úrsula Masacró y su entonces pareja, David Bell, supuso un punto de inflexión en la compañía y la punta de lanza para su expansión internacional. La empresa, con Lina al frente de la dirección comercial, continuó manteniendo su producción en Menorca pero se convirtió en una marca global como pocas han logrado hacer en el sector en España. Hoy, la empresa produce 538.000 pares de zapatos al año y genera el 70% de su facturación (alrededor de sesenta millones de euros) en el extranjero, frente al apenas 5% que facturaba fuera cuando Lina y Úrsula tomaron el relevo de su padre, fallecido en 2014. Con Pretty Ballerinas, el grupo cuenta ya con una red de más de cien tiendas en una veintena de países. Sólo en el último año, la cadena ha desembarcado en Guatemala, Bolivia y Azerbaiyán y ha puesto en marcha nuevos flagship stores en Tel Aviv y Miami.
Lina Mascaró también ha heredado el compromiso de su padre, que fue uno de los fundadores de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca, que más tarde se integró en la Federación de Industrias del Calzado Español (Fice), y presidió durante varios años la patronal local del calzado.