Alejandro Macarrón (Renacimiento Demográfico): “Un país sin niños es un país sin futuro”
El director de la Fundación Renacimiento Demográfico hace hincapié en la falta de iniciativas para abordar el desafío de la caída de natalidad en España, donde cada nueva generación de jóvenes es un 40% menos numerosa que la anterior.
21 oct 2021 - 04:46
“Un país sin niños es un país sin futuro”. Así resume Alejandro Macarrón, experto en demografía y director de la Fundación Renacimiento Demográfico, la amenaza que supone para un mercado como España la caída constante de la natalidad.
La pandemia ha exagerado una tendencia que España arrastraba desde hace años: en 2020, nacieron 23.226 niños en el país, el dato más bajo desde que empezó a cuantificarse la natalidad en 1941, en plena posguerra. Pero no todo es atribuible al Covid-19: el segundo mínimo histórico se registró en 2019, con 359.770 bebés y una tasa de fertilidad de sólo 1,23 hijos por mujer.
Moda infantil, un difícil juego de niños
“En la práctica, hay tres tipos de población –recuerda Macarrón-: la activa, que produce la riqueza de la que comen el resto; los niños, que son el futuro; y los mayores, a los que les debemos un buen cuidado, pero que son simplemente consumidores de recursos”.
“Una sociedad que dedica recursos a su pasado se va comiendo su futuro”, sentencia. El experto apunta que nunca en la historia ha habido sociedades tan envejecidas, y que este fenómeno se debe tanto a la baja natalidad como a la extensión de la longevidad. “Esto no ha pasado nunca, así que es difícil predecir qué va a ocurrir, pero lógicamente no tiene buena pinta”, augura.
Las consecuencias del envejecimiento de la población no son sólo estrictamente económicas, por la falta de recursos para sostener a la población dependiente. “Una sociedad envejecida es menos dinámica, más conservadora en el sentido literal del término, menos innovadora”, explica.
La gran incógnita es si es posible revertir esta tendencia, y cómo. “Es un fenómeno que opera muy lentamente, no se ve en el día a día; si un día nacen menos niños no se nota nada”, dice Macarrón. “El problema es que no se le ha hecho caso”, sentencia. Aunque la natalidad lleva cayendo desde hace 150 años, según el experto, el fenómeno se compensaba porque la mortalidad infantil y juvenil continuaba cayendo más que la natalidad, por lo que ambas tendencias se compensaban. “Pero llegó un punto en el cual eso no fue así: en España ocurrió a partir de 1980, entonces progresivamente vas teniendo menos niños, una sociedad más envejecida… Esto no es como una crisis, una guerra o una erupción volcánica, son procesos muy lentos”, recalca.
“Los incentivos económicos no son lo más importante para aumentar la natalidad”, asegura el experto en demografía
Pero, igual que el desarrollo del fenómeno es lento, también lo es ponerle solución. “No puedes hacer que nazcan tres niños de la noche a la mañana, y en la economía es como un efecto dominó: primero hay menos niños; luego, menos jóvenes; y luego afecta a los adultos que atienden en el campo económico a estos dos segmentos de población, como los colegios o la moda infantil –apunta-; luego empezará a faltar gente de mediana edad, es como si fueran apagándose las luces”.
En España, apunta Macarrón, la dinámica es que cada nueva generación de jóvenes es un 40% menos numerosa que la anterior: donde había cien jóvenes hace treinta años hay 60, y dentro de 30 años habrá sólo 36. Además del impacto económico, el experto señala a otro daño colateral en el ámbito afectivo. “Yo creo que hambre ya no vamos a pasar nunca, gracias a la tecnología, pero la soledad no se puede combatir con tecnología: en los últimos cincuenta años, el porcentaje de gente que vive sola se ha multiplicado por seis”, alerta. Su receta no es que la población mundial siga creciendo, sino que se mantenga.
“Seguramente la población mundial no debería crecer más, pero el decrecimiento es un escenario muy malo; a los seres humanos nos hace felices ir a hacia arriba, crecer, progresar, e ir hacia abajo es lo contrario”, apunta.
“Estamos ante una demografía languideciente y con una soledad creciente: la mitad de los españoles no tendrá ni siquiera un nieto, que es uno de los pocos frutos dulces de la vejez”, ejemplifica.
Macarrón recomienda a las compañías de moda infantil que apuesten por los mercados emergentes, especialmente África
Aunque el futuro pinte oscuro, Macarrón es optimista. “Uno no debe aceptar la derrota hasta que haya sido derrotado”, dice. “Lo primero que hay que hacer es alertar sobre el problema, que es tanto colectivo (las elecciones están dominadas por los jubilados, lo cual no es ideal, Europa tendemos hacia la irrelevancia…) como individual”, señala el experto.
Después, propone incentivar “que vale la pena” crear una familia, no sólo con incentivos fiscales: “hace falta un gran cambio cultural a favor de la natalidad”. “Los incentivos económicos están bien, pero no es lo más importante: en España, las quince ciudades con menos paro no tienen más niños que las quince con más parados”, señala.
Macarrón también apunta a la poca “estabilidad” de los matrimonios. “Una cosa que es fundamental, pero muy políticamente incorrecta, es que una sociedad en la que la mayoría de la gente forma parejas estables tiene más niños; ahora, la mitad no se casa nunca y de los casan, la mitad se divorcia”, relata.
El experto apunta que el envejecimiento es un problema global, sobre todo en los países desarrollados. Por ello, sus recomendaciones para las empresas de moda infantil son apostar por mercados emergentes, particularmente en África, el único oasis donde hay todavía una alta natalidad; o por Sudamérica, donde aunque no crecen los nacimientos, sí mejora el poder adquisitivo, por lo que compensa. “Aquí no tenemos ni una cosa ni la otra”, dice.