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Juan Ramón Meléndez (Re-Viste): “El reciclaje lo vamos a pagar cuando compremos las prendas”

La necesidad de que el cliente pague más por las prendas o la de un marco legislativo claro fueron dos de las ideas fuerza que sobrevolaron el viernes la séptima jornada de sostenibilidad organizada por Intexter y la UPC.

Juan Ramón Meléndez (Re-Viste): “El reciclaje lo vamos a pagar cuando compremos las prendas”
Juan Ramón Meléndez (Re-Viste): “El reciclaje lo vamos a pagar cuando compremos las prendas”

Celia Oliveras

18 nov 2024 - 05:00

Posindustrial o posconsumo, triturado o desfibrado, sistemas de recogida públicos o privados. El sector de la moda, de las marcas a los industriales, debe responder a todas estas preguntas antes siquiera de poder poner en el mercado unas prendas que el consumidor lea como sostenibles. El tsunami legislativo de la Unión Europea en materia de sostenibilidad ha fijado objetivos muy claros al sector en materia de reciclaje, residuos y circularidad, lo que ha puesto en marcha todo un engranaje en la cadena de valor de la moda que va desde una primera recogida selectiva de residuos a la calidad del hilo reciclado que están dispuestas a aceptar las empresas, pasando por el margen disponible para invertir en estos procesos.

 

El reciclaje lo vamos a pagar cuando compremos las prendas”, aseguró el viernes Juan Ramón Meléndez, director general de Re-Viste, el scrap de la moda que agrupa a los gigantes del sector en España. El directivo, que formó parte de una de las mesas redondas organizadas por el Instituto de Investigación Textil y de Cooperación Industrial de Terrassa (Intexter) en colaboración con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en su séptima Jornada Industria textil y sostenibilidad, fue directamente a comentar el punto caliente del debate, la financiación.

 

Meléndez defendió el derecho del consumidor a comprar “como un acto de disfrute”, aunque remarcó la importancia de que este entienda que debe hacerlo “de otra manera” a partir de ahora, con prendas que, aunque puedan ser más caras, prioricen la durabilidad y sostenibilidad.

 

 

 

 

Para Sara Díez, directora de The Post Fiber, una de las últimas empresas conformada en el sector del reciclaje y que participó en el debate junto a Meléndez, los consumidores ya están dispuestos a pagar por prendas sostenibles, aunque sean algo más caras, ya que, aseguró, “a la gente le gusta hacer actos que le hagan sentir bien”.

 

Siempre y cuando, puntualizó el director de Re-Viste, las economías familiares funcionen bien, a la vez que explicaba como las encuestas sobre la intención de compra de los consumidores de prendas sostenibles bajaba peligrosamente en 2022, cuando se notaban más los efectos económicos de la crisis sanitaria. “Ya venimos de dos grandes scraps, el del plástico y el vidrio, y el consumidor está cansado de tanta información”, añadía Jordi Costa durante la jornada, gerente de la empresa de consultoría de gestión del medioambiente, Datambient.

 

 

El reciclaje

“Es importante la recogida, pero si no hay nada después de esta, el sector colapsará”. Con esta idea finalizaba Díaz su intervención, abriendo otro de los grandes debates de la jornada. El incremento de la recogida de residuo modificará no únicamente la cantidad de residuo textil que debe manejar el sector, sino la composición de gran parte del material recolectado. “A partir de ahora nos enfrentaremos a una mayor variedad de material, más colores y diversas calidades de tejido con las que hasta ahora no se trabajaba”, explicó David Puyuelo, director de la empresa catalana de recogida y clasificación de residuo Coleo.

 

 

 

 

Precisamente de cómo reciclar este nuevo feedstock hablaron Jordi Marlasca, de Margasa; Ariadna Cererols, de Triturats La Canya, y Pedro Andrés Oliver, de Texlimca, tres empresas históricas españolas especializadas en reciclaje mecánico, en otra de las mesas redondas de la jornada.

 

“El mercado está exigiendo un nivel de calidad de las fibras vírgenes, pero cada partida que recibimos es diferente, y necesita de otros procesos”, denunciaba Cererols. Para cumplir con la legislación europea, las empresas deben introducir cada vez más el residuo posconsumo, aquel proveniente de las prendas depositadas en los contenedores, y no tanto posindustrial, que se recoge directamente de los retales sobrantes de las empresas. “El residuo posindustrial es más heterogéneo y nosotros podíamos escoger la calidad y tipo de tejido, pero ahora, con el posconsumo, viene todo junto”, alertaba la directiva.

 

Para Marlasca, director general de Margasa, la empresa especializada en maquinaria de reciclaje textil, esto supone un problema, ya que los procesos para tratar cada tejido son diferentes y todavía no se pueden aunar en una sola máquina. “Las marcas y los consumidores no quieren transgredir en calidad, pero tienen que entender que la ropa reciclada tiene el mismo valor, aunque sea un poco diferente -añadía el directivo-; cómo nos hemos acostumbrado con el papel reciclado”.

 

 

 

 

Oliver, por su parte, defendió que las empresas siempre han utilizado textiles reciclados, pero hasta ahora habían preferido no comunicarlo. Para el directivo, el sector debe empezar a diferenciar entre el residuo que puede utilizarse para producir más ropa y el que “simplemente es materia prima sostenible”.

 

“Queremos construir un mercado del reciclaje fuerte, pero estamos luchando contra unos costes de producción europeos”, denunció Oliver, ante lo que volvió a defender la idea de acostumbrar al consumidor a gastar más por la ropa que compra.   

 

 

La hilatura

Quién debe convertir esta fibra de menor calidad en un tejido comercializable son los hiladores, lo que comentaron durante su propia mesa redonda Marcos García, de Vilarrasa Group; Ramón Tarbal, de Intercot, y Josep Pagés, de Pagés Valentí. “No podemos transformar las manzanas en plátanos”, resumía Pagés, que aseguró que, aunque no es un proceso imposible, el sector debe asumir que el resultado final tendrá otras características.

 

 

 

 

“Aquí manda la fibra”, continuaba García con las sentencias, que explicaba que los procesos de reciclaje se basan en el tipo de material, y en muchas ocasiones estos no aceptan más de un 30% de fibra reciclada. “Para reducir costes, y conseguir desarrollar una mejor tecnología, necesitamos pedidos grandes, y por ahora las empresas sólo nos piden lotes pequeños”, denunciaba en paralelo Tarbal, al frente de Intercot.

 

Cerraba el debate de nuevo Pagés, que, aunque volvía a repetir que no se pueden hacer milagros, el mercado sí que se puede adaptar sus expectativas, y sacrificar parte de la calidad, por la realidad.

 

 

La moda

“Más allá de ser sostenible, la moda también tiene que ser sostenible económicamente”, aseguró Ángel Parés, directivo de Textil Santanderina, durante la última mesa redonda de la jornada. Durante el debate, las empresas y entidades, representadas por David García, de Modacc, David Allo, de Texfor, Isidor Boix, de CCOO y el propio Parés, la moda habló esencialmente de financiación y márgenes.

 

Si nos comparamos con Asia, somos una industria pequeña, y hay que proteger nuestra competitividad”, insistía el directivo de Textil Santanderina, uno de los pocos gigantes industriales que sigue operando en España. Para conseguirlo, Allo insistió en el control del mercado y la necesidad de construir una demanda europea que compre lo que se recicle dentro de los países.

 

García, por su parte, apostó por ir poco a poco, en una especie de “carrera de obstáculos, y no tanto en una maratón”, a la vez que pedía tiempo a las autoridades para poder adaptarse. “Las emergencias hay que tomárselas con calma, ir poco a poco, y quizás que nos sirvan para acabar con las divergencias entre la industria y las marcas”, defendió.