Entorno

La ‘otra’ Europa: nueva promesa ‘estelar’ de la moda

Los países del antiguo bloque de Europa del Este se han posicionado como una de las promesas para la moda internacional con unas perspectivas de crecimiento medio más elevadas que gran parte de las economías avanzadas de Europa.

La ‘otra’ Europa: nueva promesa ‘estelar’ de la moda
La ‘otra’ Europa: nueva promesa ‘estelar’ de la moda
Tras la caída de la Urss o Yugoslavia, los antiguos países del bloque del este se integraron en el mercado internacional.

Celia Oliveras

11 oct 2024 - 05:00

Con unas perspectivas de crecimiento medio más elevadas que gran parte de las economías avanzadas de Europa, los países del antiguo bloque del Este se han posicionado como una de las promesas para la moda internacional. Incluso los que van mal, van bien en Europa del Este: mientras H&M cerró los primeros seis meses del ejercicio con un acumulado negativo en todo el mundo salvo en esta región, C&A prevé la apertura de dos tiendas en Polonia y Rumanía. Todo, mientras los principales operadores, entre ellos Inditex, han vuelto a reabrir parte de sus establecimientos en Ucrania y nuevos en otros países como Polonia. Con China hundida en una crisis que ha afectado al poder adquisitivo de su población, y Estados Unidos comenzando a sufrir por una caída similar en el gasto de los habitantes del país (que han empezado a consumir, incluso, una menor cantidad de patatas fritas), las perspectivas de expansión para las empresas en los mercados tradicionales se van reduciendo. En julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó sus previsiones de crecimiento para las economías avanzadas de la eurozona hasta un alza del 0,8%. Por el contrario, la entidad prevé un crecimiento de hasta un 3,1% en Polonia, un 2,2% en Hungría y otro 2,7% en Bulgaria.

 

 

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Estos países dejaron atrás hace años los sistemas económicos comunistas, lo que derribó el último muro entre estados como Francia, Reino Unido o España y la otra Europa. Los cambios en los que han sido denominados tanto países del Este como de Europa Central y Oriental, vienen, de hecho, con la incorporación de sus mercados a la economía global.

 

“La caída de los sistemas socialistas en el bloque del Este a finales de los años 80 lleva a que estos comiencen un proceso de integración progresivo en los mercados internacionales, especialmente motivado por la caída de la Comecon”, explica el politólogo especializado en el espacio postsoviético Abel Riu. Esta alianza entre los países con economías comunistas permitía a estados como Polonia o Rumanía beneficiarse de un espacio libre de aranceles, entre otros.

 

Con la disolución definitiva de los diferentes bloques comunistas, ya fuera la caída de la Urss en 1991 o la de Yugoslavia alrededor de un año después, las barreras económicas entre ambos bloques se derrumbaron. En los años 90, dio comienzo la entrada de productos occidentales, en su mayoría fabricados en países de la UE y Estados Unidos. Durante este momento inicial, sin embargo, los estados entraron en una época inflacionaria que afectó a la capacidad de consumo de la población. “Esos países venían de unas economías planificadas socialistas, y la entrada masiva de nuevos productos provocó que los precios subieran sin control”, añade Riu. Con los años, sin embargo, países como Polonia han prosperado dentro del mercado global.

 

Por un lado, con la entrada de algunos de ellos a la Unión Europea se han beneficiado del mismo espacio de libre comercio que España, por ejemplo, a la vez que algunas empresas europeas han deslocalizado sus procesos productivos a la región, impulsados por la mano de obra más barata. Esto ha llevado a una convergencia progresiva del PIB per cápita entre estados como Hungría, que cada vez presenta niveles más similares al de otros países de la UE, como Portugal o Grecia.

 

El indicador del consumo individual real (AIC, por sus siglas en inglés) elaborado por Eurostat, que se expresa en relación con la media europea (equivalente a la base cien del índice), pone de relevancia el impulso que ha tomado el gasto de los hogares de algunos de los países de la zona en los últimos años. A pesar de que en términos absolutos el consumo de países como Bélgica o Alemania es el más elevado, la evolución de este en países como Bulgaria o Polonia es más rápida que en el de las economías avanzadas.

 

 

 

 

En concreto, en Bulgaria el AIC per cápita ha pasado de estar un 42% por debajo de la media europea en 2019, a un 27% en 2023, el último año con datos disponibles. En total, en el país, que se unió formalmente a la Unión Europea en 2007, el consumo per cápita se ha elevado en más de 25 puntos durante ese periodo, siempre en base a la media del resto de la UE.

 

En Rumanía, que entró en el conglomerado de países el mismo año, el AIC también ha crecido 14 puntos, pasando de estar un 22% por debajo de la media en 2019, a apenas un 11% en 2023. Siguen una evolución similar países como Polonia, donde el consumo individual ha pasado de ser un 20% menor a un 14%, y, en menor medida, Hungría, que ha evolucionado de un 33% a un 30%.

 

No son países como Italia o Francia, de hecho, los que han impulsado el crecimiento del comercio de moda en el continente. A julio de 2024, las ventas minoristas en el conjunto de la eurozona cayeron un 0,1%, lastradas por el descenso en el consumo de países como el trío nórdico (en Finlandia el consumo cayó un 2,1% mientras en Noruega lo hizo un 0,7%) ni hubs de la moda como Italia o Francia, donde las ventas minoristas se desplomaron un 0,9% y 0,3%, respectivamente.

 

En Bulgaria, por el contrario, durante julio el consumo minorista se elevó un 6,8%, mientras que en Rumanía lo hizo otro 6,5%. Aunque menos, las ventas también han aumentado en Hungría en julio, un 2,5% interanual, y Polonia, otro 1,2%.

 

El investigador sénior del Cidob Josep María Lloveras afirma en su último texto de enero de este año que “se puede hablar de éxito en la ampliación hacia el centro y el este de Europa”. El investigador asegura que este proceso de integración, protagonizado por países como Polonia o Hungría, amplió el mercado interior, “facilitando así el progreso económico y social de los nuevos Estados miembro”. Esta integración en la Unión Europea conlleva, de hecho, beneficios económicos (como la eliminación de aranceles con otros países de la UE) en los que los países se han amparado para impulsar sus economías, dando como resultado así un mayor poder adquisitivo de sus habitantes.