1 jul 2024
En apariencia para cualquier profano del sector, la moda está mucho más alejada de la geopolítica que cualquier otra industria internacional. ¿Cómo puede ser que algo tan superfluo esté influenciado o tenga que jugar ningún tipo de papel en las decisiones que tomen los grandes estadistas y hombres y mujeres de estado?
Pero, al contrario de los que pueda parecer, la moda es un sector mucho más permeable a los designios de la política global que muchos otros, si es que hay alguno que no lo sea. No obstante, la geopolítica y sus giros, esperados o inesperados, han jugado, juegan y jugarán un papel particularmente importante para la industria de la moda por una razón sencilla: tanto en su cadena de suministro como en su realidad como mercado, la moda es uno de los sectores más globalizados de la economía mundial.
Se data en el siglo I a.C. la existencia de la red de rutas comerciales que durante siglos interconectaron Asia con el Mediterrráeo y que no por casualidad fue llamada Ruta de la Seda. El rol de los tejidos en la historia del comercio no ha desaparecido nunca y, más recientemente, hacia los años 70 del siglo XX los textiles y el vestido fueron materia clave en la negociación de las normas internacionales de comercio en un mundo que necesitaba y buscaba más integración y cooperación entre los países. La singularidad de los textiles y tejidos era tal que, en el momento en que se establecían las normas del comercio mundial, se pactaron unas condiciones especiales para los mismos a través de un pacto internacional como el Acuerdo Multifibras y más tarde el Acuerdo sobre los Textiles y el Vestido.
Estos acuerdos provocaron que la liberalización del comercio de moda fuera más tardío que el de otros productos, y que no fuera hasta 2005 cuando desparecieron los cupos que limitaban el comercio de estos artículos.
Desde la Ruta de la Seda, la moda ha jugado un papel clave en el comercio de mercancías a escala global
Desde entonces, por mala que sea la reputación del sector en su impacto en los países en desarrollo, entidades como la Organización Mundial del Comercio (OMC) reconocen su rol en el progreso de los países en desarrollo. En su último informe anual, la entidad señala literalmente que “el sector de los textiles y las prendas de vestir ha sido un motor fundamental del crecimiento de las exportaciones en los países menos avanzados de Asia”.
La geopolítica entra en juego
El manual económico del siglo XX y, al menos, de las primeras décadas del siglo XXI indica que la cooperación y la interdependencia entre países es la mejor fórmula conocida para garantizar la paz y la prosperidad. El sistema se creó tras las dos guerras mundiales, cuyo germen se sitúa, según algunos historiadores, en la parálisis en el comercio mundial en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX. La idea es sencilla: si dependemos más los unos de los otros, nos haremos menos daño.
Sin embargo, tal y como espetó tras el 11 de septiembre de 2001 Samuel P. Huntington a Francis Fukuyama, protagonistas del debate intelectual tras el fin de la Guerra Fría, la historia nunca termina.
Sólo en los últimos años los cambios en el tablero geopolítico mundial han impactado de lleno en la industria de la moda. La invasión rusa de Ucrania provocó una diáspora de empresas occidentales en un mercado que, para no pocas compañías de moda, era uno de los más importantes. Tras la carrera por exhibir quién se marchaba antes de la ahora enemiga Rusia hubo otra, más discreta, por quién encontraría la mejor salida para sus redes de tiendas cerradas en el país más extenso del mundo, a través en la mayoría de los casos de la venta o cesión a socios franquiciados.
Un conflicto más local y más lejano, pero aún más oscuro, también ha impactado en la toma de decisiones (esta vez de sourcing) de las empresas de moda. En 2001, Myanmar sufrió un golpe militar que impidió que la jefa del Gobierno electa y premio Nobel de la paz Aung San Suu Kyi tomara el poder. Además de dejar miles de muertos, el golpe ha hecho que el país retroceda con fuerza en desarrollo de los derechos humanos.
Rusia, Myanmar o el Mar Rojo son plazas en las que ha jugado la geopolítica y la moda
De forma progresiva tras el golpe, empresas como H&M, Inditex, Primark, Bestseller o Benetton anunciaron que dejarían de trabajar con los proveedores del país, una potencia productiva en el sector de la moda. La decisión de estas compañías llevó en 2023 a la Comisión Europea a poner en examen la protección de los derechos humanos y laborales en el país, abriendo la puerta a suspender la participación de la antigua Birmania en el programa Everything But Arms (EBA), que permite condiciones óptimas para las importaciones procedentes del país.
¿Mas geopolítica? La invasión israelí de Gaza y la consecuente desestabilización en Oriente Medio no afecta a un mercado particularmente relevante para la moda internacional ni para su sourcing, pero sí a sus rutas comerciales. Los buques mercantes han sido objeto de ataques por parte de los rebeldes hutíes de Yemen (que, por cierto, han vuelto a la carga en la última semana), poniendo el riesgo una ruta crítica para el comercio mundial de mercancías y, por tanto, para la moda.
Geopolítica estratégica
Todos estos acontecimientos son, en general, inesperados, pero la geopolítica y, en particular, la política comercial, forman una parte esencial en el debate político en Occidente en el siglo XXI. Además de táctica ante lo que sucede, en todo esto hay estrategia que se define en los parlamentos y, en consecuencia, en las elecciones en Occidente.
La posición más obstruccionista en la relación comercial entre Estados Unidos y China es uno de los pocos puntos de coincidencia entre el expresidente de Estados Unidos y candidato a una nueva presidencia Donald Trump y el actual presidente y también candidato a la reelección Joe Biden. Y sin lugar a dudas la política comercial va a tener un protagonismo mayor en la futura política europea: aunque todo parece centrarse ahora en el movimiento de personas, una extrema derecha más fuerte en todo el viejo continente pondrá con toda seguridad en riesgo las premisas económicas que han construido el actual sistema económico internacional. Reservas estratégicas o friendshoring son conceptos que empiezan a resonar con fuerza.
Más alla de los giros inesperados, le moda juega en el debate político de Occidente, empezando por las políticas comerciales con China
¿Y qué pasa con los empresarios? Empezando por la pandemia, los acontecimientos de los últimos años se han empeñado en recordar que el mundo no es un lugar de fiar, o al menos no es un lugar que resulte previsible para nadie. Así que preocuparse sobre los giros de la geopolítica pasa a ser otro de los aspectos a seguir día a día en consejos de administración y comités de dirección de las empresas.
La última edición de Global Leadership Monitor, de la consultora Russel Reynolds, revela que la geopolítica se ha convertido en el cuarto aspecto que más preocupa a los líderes empresariales internacionales. Y no sólo eso, si no que es también el riesgo que más ha aumentado en los últimos seis meses: pasan del 37% al 45% del total los ejecutivos que la citan entre sus cinco principales desafíos.
¿Está la moda preparada para hacer frente a estos desafíos? Igual, al menos, más que los managers del conjunto de sectores económico internacionales: el informe señala que sólo el 31% de las empresas se sienten preparadas para este riesgo, dos punto menos que seis meses atrás.
Modaes
Si Modaes es información rigurosa e independiente, On the record es opinión. Modaes expresa a través de este blog su posicionamiento sobre los asuntos más candentes del negocio de la moda y plantea debates sobre las polémicas que se declaran en el sector.
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